Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

sábado, 23 de junio de 2018

La Revolución y el apocalipsis


Jorge Ferrer, escritor cubano exiliado en Barcelona, ha traducido para la editorial Acantilado un ensayo del pensador ruso Vasili Rózanov, titulado El apocalipsis de nuestro tiempo (1918). Se trata de un conjunto de notas de un intelectual del ancien régimen, que ve precipitarse a Rusia en la que llama, con resignada ironía, “nuestra Revolución”. Rózanov concibió aquel libro como una suerte de diario o revista, muy parecida a lo que hoy sería la bitácora de un blog electrónico, en la que se glosan algunos fenómenos del bolchevismo en el poder.
       Fenómenos tan disímiles como el “desteñimiento de la antigua Rusia”, la moralidad nihilista, la paz de Brest-Litovsk, la crisis del cristianismo, el ingreso de la intelectualidad judía al bolchevismo, el incremento de las tarifas postales o la pérdida de influencia de Dostoievski y Tolstoi entre los jóvenes eran comentados como síntomas del apocalipsis. Mientras observaba el naufragio de la vieja Rusia, el escritor releía los Evangelios en busca de una imagen precisa de las revelaciones de San Juan.
       Los Evangelios, con sus intrincadas alegorías, servían de poco para pensar el apocalipsis de la Revolución. ¿Qué quería decir San Juan con aquella señal, aparecida en el cielo, de una mujer “vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”? Tal vez, dice Rózanov, que “el momento mismo del parto humano ocupa el centro de la cosmogonía cristiana”. Pero cuando Jesús dice que hay “tres o cuatro tipos de eunucos”, incluidos aquellos que “se hacen eunucos a sí mismos por causa del reino de los cielos”, simplemente, “no comprendemos absolutamente nada, salvo que pudo haberse ahorrado sus palabras”.
       La lectura de los Evangelios, en el primer año de la Revolución rusa, es un acto de resistencia, pero también una guía para la comprensión del desastre. Las imágenes del apocalipsis son insustituibles a la hora de sumar, a la decadencia moral del cristianismo, los primeros indicios de la construcción de un Estado ateo en el corazón del mundo eslavo. El apocalipsis, según Rózanov, se deja ver en la “repugnante faz de Lenin”, en las “arengas insolentes” de los bolcheviques contra el gran duque Mijaíl Aleksándrovich Románov, hermano del Zar Nicolás II, y, sobre todo, en el ascenso del socialismo judío.
       Rózanov es uno de esos tantos pensadores reaccionarios de la derecha europea, de principios del siglo XX, que mezcló anticomunismo y antisemitismo. Su lectura ofrece la otra cara del reciente centenario de la Revolución de Octubre. Pero el antisemitismo de Rózanov estaba subordinado al anticomunismo. Los judíos, decía, eran “el pueblo más cultivado de Europa”, “los hombres más refinados de una Europa que es vulgar”. El entusiasmo de muchos socialistas judíos por la Revolución rusa, sin embargo, le parecía odioso, al punto de creer detectar en esa alianza el principio del fin del experimento bolchevique.
       “Los judíos. Detesto su vínculo con la Revolución, aunque, por otra parte, se trata de un vínculo positivo, porque esa relación de los judíos con la Revolución y el hecho de estén fagocitándola harán que ésta se destiña, que acabe en una sucesión de pogromos y se diluya en la nada”. En la contraportada del volumen se dice que la lectura de Rózanov fue “profética” y que su crónica de los orígenes de la Revolución rusa fue “visionaria”. Pero a juzgar por la historia del siglo XX fue lo contrario: el comunismo arraigó en la Unión Soviética, mientras que el socialismo judío fue liquidado, no por la contrarrevolución blanca, sino por el camarada Stalin.

miércoles, 20 de junio de 2018

Rafael Alcides, el ejemplo cartujano




Ha muerto en La Habana Rafael Alcides Pérez, poeta coloquial y novelista histórico. Escritor inconfundible de la llamada "generación del 50" en Cuba. Autor de cuadernos emblemáticos del coloquialismo lírico hispanoamericano como La pata de palo (1967) y Agradecido como un perro (1983), Alcides fue uno de los tantos escritores que se enfrentaron a la burocracia cultural cubana entre fines de los 80 y principios de los 90. Y como todos ellos (Manuel Díaz Martínez, Raúl Rivero, Jesús Díaz, María Elena Cruz Varela...) dejó de ser publicado en la isla -su último título aparecido en la editorial Letras Cubanas es Nadie, de 1993-, aunque con el agravante de que, a diferencia de sus amigos, permaneció en la isla, no se exilió. O se exilió adentro.
En el año 2005, la revista Encuentro de la Cultura Cubana rindió homenaje a Alcides. El encabezado de una valiosa entrevista que le hiciera Efraín Rodríguez Santana, decía: "Alcides es obstinado; amante de un país que se hace al ser conversado por él; su imaginación es inagotable; su amor por la literatura, uno de los ejemplos cartujanos del momento. Es pródigo al querer, amigo de mucho cuidado, hombre que provee su soledad para darse mejor a su escritura". Escritor solo, desterrado adentro, Alcides ha muerto sin que en Cuba se de la noticia. Uno de los poemas que rescatamos en aquel homenaje, en Encuentro, se titulaba "Anuncio de prensa" y jugaba a transcribir, en versos, un spot publicitario de cemento americano: 



Anuncio de prensa

Ni lo sientes —en cierto modo.
No tendrías tiempo.
Es apenas un calorcito algo mayor que el que derrite el hierro
elemental
de donde se saca el acero de los rascacielos.
Comienza de repente
y en 2 minutos acaba todo.
Lo construido con cemento no.
(¡no preocuparse!)
Tu fábrica,
tus rascacielos,
tu Banco,
tu casita con piscina,
tu hotelito solitario
en las montañas Rocosas
para cuando seas viejo,
todo,
Todo lo construido con cemento y acero
permanecería en pie un par de siglos por lo menos
(lo ha dicho el Presidente).
Y si construiste con luckystone
entonces ríete,  ríete inteligente hombre de Norteamérica.
Ríete a todo trapo con una mano sobre el vientre,
como solían reír nuestros abuelos los pioneers
cuando con carabinas Winchester y Springfields rudimentarios
limpiaban de indios y búfalos el Oeste
para que pasara el ferrocarril.
Ríete de costa a costa
porque entonces
—si construiste con luckystone
si tuviste esa precaución—
tu inversión permanecería en pie,
conservadoramente calculado,
durante 500 u 800 años.
luckystone
el cemento del hombre de negocios precavido.

(1983)

martes, 12 de junio de 2018

Adios a Roosevelt Island








Hemos vivido los últimos seis meses al borde del East River, frente por frente a Roosevelt Island, antes llamada Welfare Island. En los viejos edificios de la isla, que hoy son laboratorios, hospitales y fábricas, hubo centros psiquiátricos de reclusión o "lunatic asylum". La islita tiene su faro, su octagón, varias iglesias, un paseo marítimo con magnolias, que en primavera se llena de turistas japoneses, y una extraña escultura que lleva el nombre de "Sabrina". Tengo entendido que en uno de los viejos edificios, que todavía en los años 40 era "lunatic asylum", estuvo temporalmente ingresada la poeta puertorriqueña Julia de Burgos y que en el cementerio de la isla fue enterrada, con el nombre de Jane Doe, ya que al momento de ser declarada muerta en un hospital de Harlem, en 1953, no llevaba identificación. Uno de los poemas de Julia de Burgos, en inglés, lleva por título, precisamente, "Farewell from Welfare Island":




It has to come from here,
right this instance,
my cry into the world.
The past is only a shadow emerging from
nowhere.
Life was somewhere forgotten
and sought refuge in depths of tears
and sorrows;
over this vast empire of solitude and darkness.
Where is the voice of freedom,
freedom to laugh,
to move
without the heavy phantom of despair?
Where is the form of beauty
unshaken in its veil, simple and pure?
Where is the warmth of heaven
pouring its dreams of love in broken
spirits?
It has to be from here,
right this instance,
my cry into the world.
My cry that is no more mine,
but hers and his forever,
the comrades of my silence,
the phantoms of my grave.
It has to be from here,
forgotten but unshaken,
among comrades of silence
deep into Welfare Island
my farewell to the world.

martes, 5 de junio de 2018

Jordi Gracia sobre la izquierda sonámbula




En su más reciente ensayo, Contra la izquierda (Anagrama, 2018), un texto del crítico Jordi Gracia, en el que, al decir del editor Jorge Herralde, el "socialdemócrata de vals vienés" le gana al "panfletario jovial y fatalista", se describe la asombrosa mutación de la izquierda española a principios del siglo XXI. Pero mucho de lo que cuestiona Gracia a la izquierda peninsular o, específicamente, catalana, es válido también para la izquierda latinoamericana. A ambos lados del Atlántico se vive una parecida captura de la tradición universalista del socialismo por los relatos identitarios y teológicos del conservadurismo. El antídoto contra ese avance de la reacción, por la izquierda, está, a su juicio, en el pesimismo y la ironía.

"Sin rastro de ironía benefactora, el santoral épico de la izquierda es todavía paralizante. Sigue enganchada en el gatillo simbólico de guerrilleros que nadie querría hoy a menos de dos kilómetros de distancia. Los viejos hechos heroicos ya no hacen delirar a nadie con una segunda Revolución de Octubre, ni con un segundo Cuartel de la Montaña. Quizá sí puede creerse aún en un segundo 68, con el riesgo de cumplir la profecía de Marx y que efectivamente la historia se repita en forma de farsa. Una parte de este ensayo de batalla nace de la voluntad de arrasar con ese santoral beato para asignarle su legítimo papel de reliquia sentimental de una izquierda que en otro tiempo contribuyó a mejorar las condiciones de vida de la mayoría. No evalúo ahora sus costes monstruosos, ni los crímenes de Stalin, ni los tanques de Praga, ni las depredaciones culturales de China ni la asfixia política y cultural de Cuba sino su papel en la memoria íntima de la izquierda sonámbula. Tras medio siglo de mentiras, sabemos que la izquierda real de los países soviéticos no fue de izquierdas. Sabemos que la izquierda de Fidel Castro fue sobre todo un simulacro despótico en las últimas décadas, del mismo modo que se corrompió desde hace tiempo el sueño de la revolución bolivariana. Hoy deberíamos saber ya también, sin esperar otro medio siglo, que el poder instrumental de la izquierda solo puede ser irónicamente pragmático, sin idolatrías banales y falsificadas".

lunes, 28 de mayo de 2018

El "socialismo democrático" de la última Juventud Ortodoxa



En un documento fascinante de la Juventud Ortodoxa, de fines de los años 50, titulado "El pensamiento ideológico y político de la juventud cubana", que alguna antología editada en la isla fecha incorrectamente a fines de los años 40, los firmantes (Max Lesnik, Hugo Mir Laurencio, Josefina López Triana, Rolando Espinosa Carballo...), demandaban "replantear totalmente la lucha revolucionaria en Cuba", desde un punto de vista socialista. Los miembros de aquella última Juventud Ortodoxa aseguraban que la Revolución en curso era obra, fundamentalmente, de la "segunda generación republicana". Ellos, que se asumían como miembros de la "tercera generación republicana", interpretaban que su misión era revolucionar la revolución moncadista, iniciada en 1953, por medio del socialismo democrático. ¿Cómo entendían aquellos jóvenes la radicalizacón socialista del populismo latinoamericano, en la Guerra Fría? Aquí, una muestra:

"El socialismo no está reñido con la democracia. En los pueblos como el nuestro, los derechos individuales de orden político tienen la categoría de necesidades materiales que es preciso satisfacer. Pero la democracia que el socialismo quiere no es la democracia falsificada donde se produce el raro fenómeno de que el pueblo vote contra sus propios intereses. El socialismo plantea la necesidad de una democracia entera, no sólo política, sino también económica, y por eso muchos identifican el socialismo como una "democracia económica".  Para nosotros, democracia y socialismo son dos términos consustanciales, que están incluidos el uno en el otro. Donde no hay socialismo no hay una verdadera democracia y donde no hay democracia no hay un verdadero socialismo. Queremos una democracia no sólo "del pueblo", o sea, dentro de la cual el gobierno tenga su origen en la votación popular; sino también, "para el pueblo", es decir, que los gobernantes, una vez electos, se conduzcan de acuerdo con los intereses de la mayoría. Estas convicciones democráticas significan que somos opuestos radicalmente al "totalitarismo", que es la característica más acusada del régimen impuesto por Stalin en Rusia".

Hay alguna imprecisión sobre la fecha exacta de este documento, en compilaciones de documentos "ortodoxos" publicadas en Cuba, como Eduardo Chibás: clarinada fecunda (2009) de Elena Alavez Martín o Eduardo Chibás: imaginarios (2010) de Ana Cairo. El tono del documento remite al momento de mayor afirmación del carácter democrático del socialismo, dentro de las izquierdas no pro-soviéticas de América Latina, que siguió al XX Congreso del PCUS en 1956, donde Nikita Jruschov denunció el culto a la personalidad de Stalin. Pero obsérvese que dada la rápida reorientación de la ideología hegemónica de la Revolución Cubana, entre 1959 y 1960, el texto pudo funcionar en un sentido disidente, lo mismo a fines de los 50 que a principios de los 60. Aquellos jóvenes ortodoxos pudieron ser revolucionarios disidentes de la falta de definición socialista de la Revolución Cubana hasta 1959, y disidentes de la definición comunista de la Revolución Cubana a partir de 1960. 

lunes, 21 de mayo de 2018

Eduardo Chibás: el anillo de Martí y el revólver de Gómez

Aceptemos, con Beatriz Sarlo y otros estudiosos del tema, que el populismo está siempre ligado al melodrama en América Latina. Históricamente, el populismo clásico, esto es, el peronismo y el varguismo, en los años 30 y 40, se instala en el momento de auge de la radio y, específicamente, de las radio novelas. A esa observación podría agregarse que el periodo de máxima espectacularidad dramática de los populismos llega entre fines de los 40 y la década siguiente, cuando aquellos regímenes, que en muchos casos tuvieron orígenes militares, se vuelven centralmente cívicos, y se enfrentan a la entrada de la Guerra Fría en América Latina.
El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en Colombia, la muerte de Evita Perón en Argentina y los suicidios de Eduardo Chibás y Getulio Vargas son cuatro episodios centrales del drama populista en América Latina. Muertes y duelos que resuenan en la cultura política de la región, acentuando la idea de que la historia avanza por medio de líderes excepcionales, enfrentados a oligarquías entreguistas y traidoras. No hay evidencias de que en alguna de esas muertes haya intervenido una agencia de Estados Unidos, sin embargo el mito de aquellos líderes como mesías sacrificados por el imperialismo se reprodujo ampliamente.
El último capítulo de Elena Alavez Martín, en Eduardo Chibás: clarinada profunda (La Habana, Ciencias Sociales, 2009), habla de una "conjura imperial", relacionada con el suicidio del líder ortodoxo, pero no se se expone evidencia alguna. En ese libro, así como en el clásico de Luis Conte Agüero, Eduardo Chibás, adalid de Cuba (1955), fuente de casi todos los estudios posteriores, y en la biografía más reciente de Ilan Ehrlich, Eduardo Chibás. The Incorregible Man of Cuban Politics (2015), se relatan los múltiples duelos, sus dos intentos de suicidio y toda aquella oratoria atravesada de código de honor y mesianismo discursivo.
Hay una contradicción entre el libro de Conte Agüero y el de Alavez Martín, que Ehrlich no zanja en el suyo, el más profesional de los tres. Dice la primera que el 10 de octubre de 1950, Chibás dio un discurso en el Ateneo Cubano de Nueva York, en el que aseguró que una misteriosa "dama de boina rosada", que iba en su avión de La Habana a Nueva York, le había "prestado" un anillo -no el del hierro de los grilletes que le regalara su madre, Leonor Pérez, sino otro, de oro-, perteneciente a José Martí, y un revólver propiedad de Máximo Gómez. Según Chibás, la dueña le "había prometido regalarle" ambos objetos "si continuaba la obra martiana, si no se apartaba de la Revolución del Apóstol, si satisfacía los anhelos de su pueblo rescatándolo del oprobio en que naufraga".
Y agregaba: "pero si frustro las ansias de mi pueblo, si soy infiel a los postulados revolucionarios, por favor, señora, no me envíe el anillo de Martí, envíeme el revólver de Máximo Gómez, para levantarme la tapa de los sesos, castigando así la cabeza que ha traicionado al corazón". Según Conte Agüero, en versión que confirma Ehrlich, la escena no tuvo lugar en un discurso en Nueva York sino en Tampa, en un stadium de pelota, en el que se reunieron más de cinco mil cubanos el 21 de octubre, no el 10 de ese mes de 1950. El periodista Paul Guzzo, del Tampa Tribune, en una serie de artículos periodísticos, sugirió que el anillo de oro de Martí, junto con una chaveta y un revólver, no de Gómez sino del propio Martí, habían pasado de manos del tabaquero y patriota cubano Estanislao O'Halloran a Rose Soriano, una cubana que asistió al discurso de Chibás en Cuscaden Park, Ybor City.
La leyenda urbana se cierra con la falsedad que aquella pistola, supuestamente de Martí, fue el arma con que Eduardo Chibás se disparó en el abdomen el 5 de agosto de 1951, tras la trasmisión de su "último aldabonazo" en la CMQ. Buena parte de la historiografía sobre Chibás, habla de sus duelos, sus intentos de suicidio y su lenguaje sacrificial con un acento fingidamente atenuado, que asume como ordinario o natural algo que no lo es y que pierde de vista las fuertes conexiones del desenlace del líder ortodoxo con la cultura del drama populista en la política latinoamericana de mediados del siglo XX.


viernes, 11 de mayo de 2018

Iroel Sánchez: tres mentiras en una oración

En una "cronología de la subversión" en Cuba, aparecida hoy en Cubadebate, sitio electrónico del Partido Comunista de Cuba, el propagandista del gobierno cubano Iroel Sánchez da rango oficial a una serie de rumores y embustes publicados en los últimos meses en su blog, La pupila insomne, como parte de la campaña contra el llamado "centrismo". Sánchez menciona múltiples eventos y actividades académicas o políticas de actores diversos, dentro y fuera de Cuba, en los últimos diez años (Yoani Sánchez y 14 y Medio,  Carlos Saladrigas y el Cuba Study Group, Fernando Ravsberg y Cartas desde Cuba, Cuba Posible, Periodismo de Barrio, On Cuba, La Joven Cuba, El Toque, Havana Times, Diario de Cuba...), y los envuelve en una misma trama insurreccional: el intento de derrocar a la Revolución Cubana con apoyo del gobierno de Estados Unidos.
Ninguna de esas asociaciones o publicaciones llama a un cambio violento del sistema cubano y algunas, de hecho, se oponen a cualquier escenario de ruptura del régimen, además de rechazar explícitamente la política de Estados Unidos hacia Cuba, basada en el embargo comercial y la presión diplomática sobre la isla.  Lo que han hecho la mayoría de esos actores es demandar reformas, en algunos casos, las mismas reformas contenidas en los documentos del Partido Comunista de Cuba entre 2011 y 2012. Pero a Sánchez lo que menos le importa son las evidencias: su misión es crear una trama subversiva, a costa de la ética más elemental en el debate público.
Me basta, para sustentar lo anterior, con una entre tantas calumnias. Dice Sánchez que el 22 de febrero de 2017, en la Ciudad de México, "se realizó un evento para una nueva constitución cubana organizado por Rafael Rojas, a nombre del Centro de Estudios Constitucionales Iberoamericanos (CECI AC) con 60 mil dólares de la USAID para distribuir entre sus participantes". En una sola oración hay tres mentiras: 1) el evento no contó con financiamiento de la USAID -reto a Sánchez a que publique pruebas de algún financiamiento de la USAID al citado centro y a la actividad del 22 de febrero; 2) el tema del evento no fue "una nueva constitución cubana" -que, para ser legítima, sólo podría ser obra de un congreso constituyente-, sino la historia constitucional de la isla, el orden constitucional actual, los actores e instituciones del cambio constitucional y los escenarios de reforma o proceso constituyente que se abren para Cuba; y 3) los fondos para el evento "no se repartieron entre los participantes" sino que se invirtieron en los gastos de la conferencia y en la edición del volumen, El cambio constitucional en Cuba, impreso por el Fondo de Cultura Económica.
El resultado del seminario que realizamos en México, en febrero de 2017, está a la vista de quien se interese en el tema y es el mencionado libro, que se presentó en Casa de América, en Madrid, en noviembre de 2017. Tan sólo una lectura del índice permite comprobar que el objetivo del encuentro no fue "hacer" una nueva Constitución cubana, sino contribuir al debate sobre el cambio constitucional en la isla, un asunto que concierne a todos los cubanos, vivan donde vivan y piensen como piensen. Iroel Sánchez miente con toda la impunidad que le asegura un Estado totalitario, que no sólo lo financia a él y a los demás propagandistas de tiempo completo, sino que con ayuda de sus mentiras reprime y estigmatiza a críticos, reformistas y opositores pacíficos.