En muchos sentidos, Plural fue una revista de la Nueva Izquierda. Uno de sus focos iniciales fue la crítica a las tecnocracias capitalistas, tema que aparece en varias de las primeras mesas redondas. La resistencia a la racionalidad instrumental de las sociedades industriales había sido, durante los años 60, una de las obsesiones del hippismo y la contracultura, tal y como expuso Theodore Roszak en The Making of a Counter Culture (1968).
Esa resistencia tuvo ecos en Plural desde el número cuarto, de enero de 1972, con el dossier sobre “la crisis de las sociedades industriales”.
Ahí intervinieron el socialista francés Michel Rocard, que todavía militaba en el Parti Socialiste Unifié (PSU), el marxista Roger Garaudy, que acababa de abandonar el Partido Comunista tras la invasión soviética a Checoslovaquia, y los economistas John Kenneth Galbraith y Michel Albert. Galbraith, canadiense, autor de los famosos ensayos La sociedad opulenta (1958) y El nuevo Estado industrial (1967,) se opuso a la guerra de Viet Nam y a la política exterior de Richard Nixon.
El tono de aquella mesa redonda giró alrededor del rechazo al instrumentalismo de las economías capitalistas avanzadas. La política económica tecnocrática relegaba derechos sociales y acentuaba la disparidad en el ingreso, dentro de las naciones y en la comunidad internacional. A ese número siguieron otros, como el de abril de 1971, sobre “la sobrevivencia de la especie humana”, con Luis Villoro, Tomás Segovia, Edmundo Flores y Margarita Chávez de Caso, o el de septiembre de 1972, sobre cuestiones demográficas, coordinado por Víctor L. Urquidi, que adoptaron la misma línea crítica.
No sólo Urquidi o Galbraith, también autores como el economista brasileño Celso Furtado, figura central de la CEPAL y la Teoría de la Dependencia, estuvo presente en Plural. Su defensa de “economías con responsabilidad social” apareció en un artículo de julio de 1974 donde cuestionaba tanto el “objetivismo” como el “ilusionismo” de la ciencia económica. Una perspectiva parecida se lee en el ensayo “El economista ante el poder” (1973) de Galbraith, que cuestionaba la creciente intervención de los intereses empresariales en la política.
Paul Goodman, gurú de la New Left neoyorkina, partidario de la liberación sexual y la despenalización de las drogas, llegó a publicar en Plural, antes de su muerte en 1972. En el segundo número de la publicación, Goodman alegó a favor del “desorden” y la “confusión” en la esfera pública. En el número 17 de 1973, Susan Sontag le dedicó a Goodman un obituario vehemente, en el que celebraba el aliento emancipador de pensadores como Marcuse o McLuhan, y en el 40 de 1975 Noam Chomsky defendió la "política anarco-marxista" como alternativa al corporativismo capitalista.
El interés de Paz en las utopías se reflejó en uno de los primeros números de la revista, dedicado a Charles Fourier. Las tesis de Fourier sobre el “mundo industrial y societario”, que tanto llamaron la atención de escritores admirados por Paz, como André Breton y Michel Butor, renovaron su atractivo en los años en que despegaba la Nueva Izquierda estadounidense y europea.
Breton mismo y Antonin Artaud estuvieron muy presentes en Plural como herederos del vanguardismo cultural del siglo XX. Cuando muchas revistas culturales de la izquierda latinoamericana derivaban hacia un realismo social, cobijado por el marxismo soviético, Plural mantuvo una valoración positiva de la vanguardia y la experimentación, tanto en la literatura como en el arte.