Libros del crepúsculo

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miércoles, 21 de diciembre de 2022

La política del desconocimiento



Daniel Innerarity es un pensador vasco que en los últimos años ha dedicado ensayos espléndidos a temas de acuciante actualidad como la indignación popular, la crisis de la democracia liberal y los efectos de la pandemia del coronavirus. Su último libro, La sociedad del desconocimiento (2022), capta otro síntoma global que, como los anteriores, no respeta banderas políticas, disparidades de desarrollo o latitudes hemisféricas. 
 El estancamiento y la regresión que vivimos es global, no de un mundo, de dos o de tres. No es cierto que la crisis del liberalismo democrático afecte únicamente a las democracias constitucionales consolidadas. Aquellos sistemas políticos que, convencionalmente, se sitúan sus antípodas, como lo fue el soviético o lo es el chino, preservaron y acentuaron muchos dispositivos del Estado moderno heredado del siglo XIX, cuyo paradigma jurídico fue el liberalismo. 
 La desestabilización normativa de hoy remueve las propias bases del proyecto ilustrado, como unos pocos advirtieron desde hace cuatro décadas, frente a la reacción fideísta de los más ortodoxos de todas las ideologías. Lo que se está poniendo en duda, en dimensiones inéditas, son los criterios de verdad, verosimilitud y certidumbre que provienen de la ciencia y el conocimiento avanzado en todas sus ramas.
  Es lo que Innerarity llama “desconocimiento”: una epidemia de desconfianza frente al saber especializado que invade no sólo el comportamiento social sino las políticas públicas a distintos niveles. En parte, sólo en parte, se trata de una reacción contra el abuso del formulismo de los expertos, en el periodo más reciente de las estrategias desreguladoras y monetaristas en la economía. 
 Pero no es menos cierto que en el largo periodo anterior, cercano a los modelos intervencionistas y keynesianos, de mediados del siglo XX, también hubo monopolios y despotismos de expertos. La reacción actual, que se observa en los máximos liderazgos de muchos gobiernos del planeta, en Estados Unidos, Europa, Asia, África o América Latina, llega, intelectualmente hablando, a extremos no vistos desde el periodo de las monarquías absolutas del periodo neoclásico. 
 Innerarity, como otros pensadores del fenómeno populista, no piensa desde una perspectiva dicotómica la relación entre la mentira y la verdad o entre el despotismo y la democracia. En periodos de mutación, como el nuestro, la hibridez es una alternativa a la mano. Las falsas noticias, los embustes mediáticos, las burdas revisiones de la historia se lanzan desde las redes sociales, las organizaciones de la sociedad civil o los aparatos del Estado. 
  Pero lo más grave es, sin duda, la naturalización de premisas anti-ilustradas, no en las ciudadanías, sino en los gobiernos. Algunos de los encargados de diseñar políticas en beneficio de las mayorías, en sus países y en el mundo, descreen del saber científico. Si se ha llegado a ese extremo, pregunta Innerarity, qué esperar de las políticas urgentes en materia de ingresos, educación, salud, medio ambiente y derechos humanos -en todas sus variantes-, que demanda el mundo y cada una de sus naciones. 
  Un informe reciente de la Cepal advierte que en América Latina, para no ir más lejos, más del 31% de la población se encuentra en situación de pobreza y más del 13% en extrema pobreza. Otro dato gravísimo señala que un 36% de los jóvenes, entre 15 y 25 años, ni estudia ni trabaja. Se trata de indicadores que corren a cuenta tanto de los gobiernos neoliberales como de los anti-neoliberales, que no han sido pocos en las dos últimas décadas. 
   La política del desconocimiento surge de las entrañas excluyentes y cínicas del propio proyecto ilustrado, pero justificarla por su origen es, en buena medida, incurrir en su legitimación. Es preciso restablecer la autoridad del conocimiento, en todas las esferas de la vida humana, pero, sobre todo, en la práctica del gobierno.