Como en aquel libro, que comentamos en esta columna, Levitsky y Ziblatt toman el deterioro de la democracia en Estados Unidos como síntoma del presente global. Para muchos críticos, inscritos en contextos de polarización ideológica izquierda-derecha, resultaba molesto o inaceptable que estos teóricos pusieran como ejemplos de derivas autoritarias liderazgos y gobiernos tan disímiles como los de Trump en Estados Unidos, Erdogan en Turquía, Orbán en Hungría, Putin en Rusia o Maduro en Venezuela.
En su nuevo libro, los académicos vuelven a ese enfoque global, con el prisma puesto en Estados Unidos o, más específicamente, en el crecimiento de tendencias antidemocráticas en el Partido Republicano, bajo la hegemonía de Trump y el trumpismo. Es curioso que todos aquellos líderes se traten nuevamente aquí, menos Nicolás Maduro, aunque habría una alusión implícita al autócrata venezolano cuando se habla del “socavamiento de la democracia” en el país suramericano.
Levitsky y Ziblatt recuerdan que en la tradición del pensamiento político liberal hubo siempre una fundada inquietud con la emergencia de “tiranías de las mayorías”. Todos los dispositivos de contrapesos y balances de poderes alentados por la teoría política moderna en los siglos XVIII y XIX, de Edmund Burke a John Adams y de Alexis de Tocqueville a John Stuart Mill, buscaron conjurar ese peligro.
En el siglo XXI, democracias como la venezolana y la húngara, de acuerdo con estos autores, se han erosionado –a diversos grados de profundidad, habría que agregar- por “mayorías en el gobierno”. Más allá de la difícil equiparación de esas mayorías en los sistemas representativos de Hungría o Venezuela, lo cierto es que en Estados Unidos el sistema preservó límites sólidos a nivel jurídico e institucional, que han impedido una autocratización irreversible.
Levitsky y Ziblatt observan que, actualmente, existiría el riesgo contrario en Estados Unidos: que la democracia sea destruida por un gobierno de minorías, para el cual no habría antídotos tan reconocibles en la tradición liberal. La democracia estadounidense sobrevivió a la primera administración de Trump, pero aunque no se especula sobre si sobreviviría a una segunda, se asegura que se requieren de profundas reformas de inclusión social y apertura del gobierno representativo para evitar la tiranía de la minoría.
Los profesores de Harvard terminaron su libro en 2023, cuando la posibilidad de un regreso de Trump no se percibía con tanta nitidez. Pero a la luz de lo que ha sucedido en Rusia y en Venezuela en los últimos años, con la perpetuación de Vladimir Putin y Nicolás Maduro en el poder, y el abandono, abierto o velado, de los marcos constitucionales mayoritistas previos, cabría la pregunta de si no son esos buenos ejemplos de lo que este libro describe como una amenaza, más que como una realidad.
Putin conserva amplia popularidad, dentro de las normas restrictivas rusas, pero la reelección impuesta de Maduro, luego de haber perdido las elecciones por una ventaja considerable de la oposición, sería una muestra despiadada de dictadura de una minoría. El madurismo, a diferencia del chavismo o del putinismo, no es una corriente mayoritaria, a pesar de toda la represión y todos los impedimentos que se aplican a los opositores. En Venezuela se cumplirían, por tanto, los dos peligros alertados por Levitsky y Ziblatt: el del declive democrático del mayoritismo y el de la imposición de una tiranía minoritaria.