Si nos remitimos únicamente a la información metatextual que
el espacio Matadero (Abierto x Obras)
de Madrid introdujo en el dossier de prensa sobre Candela, de los artistas cubanos Marco Castillo y Dagoberto
Rodríguez (Los Carpinteros), el referente básico de esta instalación sería la estructura
de madera o metal con la imagen del Che Guevara, derivada de la foto de Korda,
que cuelga de la pared del Ministerio del Interior, frente a la Plaza de la
Revolución de La Habana.
Sin ese referente, la estilización de la imagen podría
atribuirse a cualquier otro ícono –Marx, Lenin, Martí, Camilo…- del socialismo
cubano. Los Carpinteros han reproducido, con esa estructura en llamas, la forma
del fuego, no el rostro de un líder. Esta disolución de los íconos en la
candela podría colocar la instalación en un lugar del arte cubano
contemporáneo, diferente al de la hipertextualidad neopop que comentábamos en
una entrada anterior, a propósito de la muestra Waiting for the Idols to Fall, curada por Orlando Hernández.
A pesar de la evidente elusión del ícono o del abandono de toda captura literal del mismo, la cita de Guevara –más que la de cualquier otro líder comunista,
incluidos Marx y Lenin- adquiere una connotación simbólica, reproductora de
sentidos, en el Madrid del invierno de 2013. No sólo porque los artistas sean
cubanos –la marca “nacional” se capitaliza, ante todo, desde el gentilicio- sino porque el
Che es, hoy por hoy, un ícono mejor instalado en el mercado occidental que
Lenin o Marx.
La marca de “lo cubano” no se explota aquí a partir del
ícono mismo sino de la condición nacional de los artistas y del título,
“Candela”, expresión popular cubana que aludiría, por lo menos, a dos cosas: la “situación complicada”
del propio Guevara en medio del capitalismo que simbólicamente lo procesa y "la
candela" que el ícono anticapitalista sigue representando en la crisis global de
hoy.
Los Carpinteros han instalado su figura en llamas en un
antiguo frigorífico, que se incendió, por lo que el choque de los elementos
otorga a la obra mayor espectacularidad. La candela es, al final, una
transmutación, un paso del hielo al fuego que descongela la experiencia del
espectador. Un deshielo tan aplicable al capitalismo
europeo como al comunismo cubano.