La mancha humana (2000) de Philip Roth es otra novela sobre universidades, que reproduce esa visión ambivalente de la academia como un mundo jerárquico y, a la vez, sublime. Coleman Silk es un profesor acusado de racismo, que en realidad ha sido víctima del racismo, al grado de ocultar su propio origen étnico, y que es expulsado de la universidad. Aunque la novela presenta la ruptura con la academia como vía de liberación sexual y moral, la amistad de Silk con el profesor Nathan Zuckerman –alter ego de Roth- restablece un culto al saber y a la conversación que no deja de ser universitario.
Académico es también Salomón Rulfo, el protagonista de La dama número trece (2003) de Juan Carlos Somoza. Un personaje que sueña un asesinato y, luego de saber que el crimen sucedió en la realidad, decide investigarlo, mientras le vienen a la memoria pasajes enteros de Homero y Shakespeare, enseñados en sus clases de literatura. Las universidades reaparecen en la trilogía Tu rostro mañana (2002-2007) de Javier Marías, quien antes les había dedicado una de las grandes novelas sobre el tema: Todas las almas (1989). El protagonista de esas novelas, Jaime Deza, es un ex profesor español de la universidad de Oxford.
Haber sido profesor, y no serlo en el momento en que se escribe una novela, es una situación recurrente en la narrativa contemporánea. Puede aparecer lo mismo en Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas que en El testigo (2004) de Juan Villoro. Julio Valdivieso, el héroe de esta última, fue profesor por mucho tiempo en universidades francesas y regresa a México, con el propósito de escribir la biografía definitiva del poeta Ramón López Velarde y colaborar en una telenovela sobre la guerra cristera. Inmerso en el cinismo del mundo mediático y político de la ciudad de México, Valdivieso siente nostalgia de sus años académicos.
Las universidades, esos sitios medievales que se asocian con la rigidez y el autoritarismo, son también lugares propicios para la ficción por su mezcla de adultez, juventud y saber, de represiones, perversiones y rivalidades. Lo advirtió Nabokov en su época y hoy Tom Wolfe lo ha llevado al paroxismo, en su novela Soy Charlotte Simmons (2005), una historia sobre las orgías alcohólicas y sexuales que suceden en los campus universitarios de Estados Unidos. Pero aún como miserable o desgraciado, como dogmático o pedófilo, el académico termina siendo el héroe de todas esas novelas.