La Jornada, Público y El País de hoy ofrecen una buena antología de los slogans que se corearon ayer en las manifestaciones de los “indignados” en varias capitales de Europa y América. Reproduzco 25 de ellos con el ánimo de avanzar en una comprensión de la ideología –o las ideologías- de este movimiento pacífico de ciudadanos globales. Sólo adelanto que no es azaroso que las protestas se hayan producido en ciudades, como Madrid, Barcelona, Roma, París, Berlín, Londres, Nueva York, México D.F., Sao Paulo, Bogotá o Buenos Aires, con esferas públicas abiertas y una ciudadanía involucrada en los asuntos de su comunidad.
“Queremos escuelas y hospitales. No queremos militares. Ser soldado o policía, vida de porquería”
“El que la hace la paga. Banqueros a la cárcel”
“Europa de gentes, no de mercaderes”
“Derecho a techo. Justo precio”
“Está claro quién se ha llevado mi queso”
“Me sobra mes al final de sueldo”
“Así, no”
“Rebeldes sin casa”
“Lo llaman democracia y no lo es”
“Democracia real, ya”
“Recortad a los banqueros y al clero”
“No hay pan para tanto chorizo”
"Dictadura de los mercados, no”
“We are the 99%”
“How about a maximum wage?”
“Break the chains. From Liberty abolish”
“The End is Nigh”
“0% interest in people”
“Indignez Vous!”
“I am 99% human”
“Chase! Give our money back. 92.7 billion!.
“No standardized education”
“Shame on Treasure Island”
“Capitalism is organized crime”
“People of the world, rise up!”
Las últimas consignas tienen ecos de la tradición comunista, pero este movimiento parece promover otro tipo de anticapitalismo –o, lo que es lo mismo, otro tipo de capitalismo. Lo que rechaza la mayoría de los indignados no es la economía de mercado en sí sino la reducción del Estado de Bienestar por obra de las políticas económicas monetaristas y desreguladoras, que han predominado a nivel global en las dos últimas décadas. El grito de “democracia real ya” no es la solicitud de un partido único sino la demanda de combinación virtuosa de elementos representativos y participativos en las democracias actuales.
Hace unos días lo decía Slavoj Zizek en Manhattan: la intervención ciudadana de Wall Street es símbolo de una lucha pacífica contra las prácticas inhumanas del capitalismo financiero, no la antesala de una nueva toma del Palacio de Invierno, que conducirá a la repetición del fracaso comunista. Quienes impugnan ese capitalismo financiero son sujetos que aprendieron la lección histórica de los totalitarismos del siglo XX. El sustrato afín a un malestar tan diverso no es la demanda de una economía planificada sino la exigencia de un Estado que no se desentienda de las necesidades básicas de la mayoría de la población.
“Queremos escuelas y hospitales. No queremos militares. Ser soldado o policía, vida de porquería”
“El que la hace la paga. Banqueros a la cárcel”
“Europa de gentes, no de mercaderes”
“Derecho a techo. Justo precio”
“Está claro quién se ha llevado mi queso”
“Me sobra mes al final de sueldo”
“Así, no”
“Rebeldes sin casa”
“Lo llaman democracia y no lo es”
“Democracia real, ya”
“Recortad a los banqueros y al clero”
“No hay pan para tanto chorizo”
"Dictadura de los mercados, no”
“We are the 99%”
“How about a maximum wage?”
“Break the chains. From Liberty abolish”
“The End is Nigh”
“0% interest in people”
“Indignez Vous!”
“I am 99% human”
“Chase! Give our money back. 92.7 billion!.
“No standardized education”
“Shame on Treasure Island”
“Capitalism is organized crime”
“People of the world, rise up!”
Las últimas consignas tienen ecos de la tradición comunista, pero este movimiento parece promover otro tipo de anticapitalismo –o, lo que es lo mismo, otro tipo de capitalismo. Lo que rechaza la mayoría de los indignados no es la economía de mercado en sí sino la reducción del Estado de Bienestar por obra de las políticas económicas monetaristas y desreguladoras, que han predominado a nivel global en las dos últimas décadas. El grito de “democracia real ya” no es la solicitud de un partido único sino la demanda de combinación virtuosa de elementos representativos y participativos en las democracias actuales.
Hace unos días lo decía Slavoj Zizek en Manhattan: la intervención ciudadana de Wall Street es símbolo de una lucha pacífica contra las prácticas inhumanas del capitalismo financiero, no la antesala de una nueva toma del Palacio de Invierno, que conducirá a la repetición del fracaso comunista. Quienes impugnan ese capitalismo financiero son sujetos que aprendieron la lección histórica de los totalitarismos del siglo XX. El sustrato afín a un malestar tan diverso no es la demanda de una economía planificada sino la exigencia de un Estado que no se desentienda de las necesidades básicas de la mayoría de la población.