Libros del crepúsculo

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jueves, 29 de septiembre de 2011

Martí, crítico del nacionalismo alemán


Recepción tras recepción, uso tras uso, en el último siglo José Martí se ha convertido en un símbolo nacional más de los cubanos. Como la bandera o el himno, a este poeta y político del siglo XIX se le adjudican los contenidos de un nacionalismo que, sin embargo, no es legible en su obra. Martí fue, desde luego, un partidario de la soberanía nacional de la isla y un crítico del expansionismo norteamericano, pero, por su relación distante con el positivismo y el arraigo de su visión republicana de la cultura, no fue un nacionalista romántico o esencialista.
Una nota que envió a La Nación de Buenos Aires, en junio de 1885, da cuenta del rechazo de Martí por el nacionalismo romántico a la alemana que desde fines del XVIII y , sobre todo, mediados del XIX, se desarrollaba en la antigua Prusia. El punto culminante de ese nacionalismo, según Martí, podía encontrarse en las políticas impulsadas por el canciller Otto von Bismarck desde los años previos a la guerra franco-prusiana de 1871. Además del proteccionismo comercial, una de esas políticas fue la no admisión de la doble nacionalidad que, unida a una aplicación rigurosa de la leva militar, provocó que muchos jóvenes de padres alemanes emigrantes, nacidos fuera de Alemania, fueran retenidos en territorio alemán durante viajes familiares y estancias temporales en la tierra de sus antepasados.
En el pasaje que reproduzco a continuación, Martí critica tanto el proteccionismo comercial como el control, por parte del Estado prusiano, de la emigración alemana:

“¿Los alemanes naturalizados, y sus hijos en los Estados Unidos, caen de nuevo en la ciudadanía alemana? Parece que sí caen: y que tan oscuro anda el asunto, que Alemania ha sostenido como soldado a un joven hijo de alemán, nacido y educado en San Luis (Saint Louis, Misuri), que por la Constitución americana pudiera ser elegido a la Presidencia de los Estados Unidos. Bismarck gruñe, y da con la bota de hierro en el suelo, cada vez que los vapores de inmigrantes se le llevan a América, con sus gabanes de lana y sus cachuchas, la pipa en los labios, y en la mano la jarra de cerveza, a una barcada de soldados futuros, y de espaldas anchas y corazón bueno. Bismarck aborrece a los Estados Unidos. Ayer, cerraba a la carne de cerdo americana sus mercados, so pretexto de que iba enferma y dañina, cuando era la verdad que los que de comer cerdo morían, morían de haber comido el mal cerdo alemán; hoy, ya trabaja por cerrar la Alemania a los granos y el petróleo de los Estados Unidos. Y como ve con ojos hondos, y muy en las entrañas de los pueblos, desafía al norteamericano sin ningún embarazo, y vuelve a desafiarlo al día siguiente, siendo raro que, si puso la mano en un alemán, naturalizado en los Estados Unidos, o en su hijo, ablande el modo huraño y consienta en devolver a los cautivos: antes parece que se goza en negarlo de una manera brusca”.

Esta crónica de Martí debió ser leída con entusiasmo en la Argentina de Sarmiento, Mitre y Roca, donde vivían tantos inmigrantes europeos. La crítica al nacionalismo conectaba a Martí, además, con los primeros socialistas latinoamericanos (Juan B. Justo, Plotino C. Rhodakanaty, Diego Vicente Tejera…), los de fines del XIX, que rechazaron, a la vez, las formulaciones nacionalistas que provenían, tanto, de la eugenesia o el evolucionismo positivista como del espiritualismo o el modernismo hispanoamericano. Una vez más, en aquella Babel ideológica finisecular, Martí aparece como un republicano neoclásico.

7 comentarios:

  1. Martí era un humanista con una idea republicana del Estado y sus instituciones. Creo que actualmente se ha tocado fondo, tras un largo proceso de nacionalismo. La arquitectura, el espacio público y más exactamente las obras públicas son siempre una narración de las ideas políticas de una época en un país. La Plaza cívica José Martí hoy Plaza de la Revolución es el resumen de la idea nacional y mesiánica que encarna el nacionalismo cubano, se la construyeron a Fidel Castro con una estética bastante estalinista y populista, ese espacio sin árboles ni jardines es una plaza de estética socialista. Diseñada teatralmente, más bien para presidir desfiles militares y concentrar a "las masas". Luego la escultura enorme de José Martí como concepto es muy parecida a las cabezas de Lenin y Marx monumentales que podían verse por las plazas socialistas del este de Europa.

    Es importante la fecha en que Batista propuso hacer el monumento en desacuerdo con "la insignificancia" de la estatua del Parque Central, -que es una plaza hermosa y agradable- lo expresaba en un discurso en 1937. La propaganda nacional-socialista de los juegos olímpicos en el Berlín de 1936 le había dado la vuelta al mundo con los films de Riefenstahl. Los grandes espacios, los estadios y las tablas gimnásticas, los desfiles, las multitudes. No he visto prensa en Cuba de ésta época pero sería interesante analizarla. En ésta época Europa vivía la efervescencia de los nacionalismos y totalitarismos, los militares en el poder: Mussolini en Italia, Hitler en Alemania y la Guerra civil española con Franco alineado, preludiando la violencia devastadora de la II guerra mundial. Es la Secretaría de Defensa, los militares, quienes se encargan de organizar la comisión para la construcción del monumento y los primeros fondos se recaudan entre los militares y empleados públicos que donan un día de haber. Pero la idea es de Batista. Al final Batista y Castro se fundirán en un periodo oscuro uno como el constructor y el otro como el destructor.

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  2. Rafa, te escribí un comentario, pero por alguna razón no ha salido. Te repito. Después de leer este post me sigo preguntando donde ves tú la idea de que Martí como los otros pensadores que mencionas rechazaba “las formulaciones nacionalistas que provenían, tanto, de la eugenesia o el evolucionismo positivista como del espiritualismo o el modernismo hispanoamericano”.
    Como te dije, yo solo leo aquí una protesta contra la libertad de nacer y escoger donde se quiere vivir. No dudo, por otro lado, que Martí estuviera en contra de la forma en que los alemanes entendieron la nación (la raza), pero eso no lo veo en este comentario, y es algo que Martí mucho antes de 1885. ¿Me equivoco?

    J Camacho

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  3. El nacionalismo en Europa recibió una gran influencia del romanticismo que fue poderoso en Rusia y Alemania en el siglo XIX y en general en el centro de Europa. El romanticismo como corriente cultural desarrolló una idealización de la historia, del origen, se comenzaron a valorar las tradiciones populares y el folclor como esencias fundadoras. Y el modernismo hispanoamericano está influido por éstas ideas románticas, la búsqueda de la autenticidad en la naturaleza, en el exotismo y la diferencia.
    La Revolución de Haití es una revolución nacional, la cosntrucción de un estado-nación con un componente racial importante, y es anterior a los movimientos nacionales de Europa del XIX. La Ilustración y la descolonización es un proceso en el que los políticos construyen una estructura de ideas nacionalista para definir, exacerbar valores identitarios reductivos que se inventan y se expresan en la negación y oposición a la metrópoli o lo que ésta representa o simboliza, se crean mitos y ritos y espacios fundacionales para movilizar. El auge de la santería en Cuba es un fenómeno posterior a 1959, la religión (de origen africano) recibió una atención como folclor portador de la autenticidad y la diferencia. Además de legitimar una expresión cultural popular con fines demagógicos.
    Martí no podía, como hijo de españoles que estudió y vivió en España negarse a sí mismo y era un hombre sensible e inteligente; descubrir las diferencias y la dinámica de diálogo cultural entre las regiones (españolas) que se propició en América y en Cuba sobretodo, él mismo era hijo de padre valenciano y madre canaria. Está su obra poética y su prosa que lo demuestran. El problema intelectual de las corrientes nacionales en hispanoamérica es la necesidad de negación casi absoluta, muchas veces no existe una reflexión crítica del origen cultural complejo (no solo europeo)del conjunto de la sociedad, o lo no europeo es definido folcloricamente, la nota exótica y ésto pienso ha sido un elemento importante de relativismo, de inestabilidad política y de discontinuidad y exclusión en el proceso cultural. Y el respeto, el racismo por supuesto, la oligarquía blanca, o criolla, legitimándose pura y superior cuando en realidad culturalmente era mestiza después de generaciones. La gran contradicción de la cubanidad o la cubanía es el racismo. Saludos Rojas, espero escribas sobre José Antonio Saco.

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  4. Gracias por el comentario y la pregunta, Jorge. Encuentro en Martí muchas evidencias de rechazo a la idea eugenésica, desarrollada por Gobineau, Lapouge, Chamberlain y tantos otros positivistas y evolucionistas, de que hay civilizaciones étnicamente definidas como "sajonas" o "latinas" que propician ciertas virtudes o ciertos vicios. Como buen republicano, Martí insiste siempre en negar los determinantes étnicos de la moral. Recuerda esos pasajes en que decía que el "norteamericano se apasiona tanto como el latino", etc, etc.
    Esa división del mundo en grandes civilizaciones étnicas o religiosas -latinos y sajones, católicos y proptestantes...- no sólo fue aplicaba por positivistas y evolucionistas latinoamericanos para producir políticas de inmigración y blanqueamiento, como las impulsadas por los liberales argentinos, que tú conoces bien, sino que también fue aprovechada por algunos espiritualistas y modernistas, tipo Rodó, para contraponer a la "barbarie" sajona un humanismo latinoamericano.
    Lo curioso, en Martí, es que tampoco hay una alineación con esa defensa civilizaroria de América Latina, contrapuesta a la barbarie sajona. Lo ves, claramente, en "Nuestra América", donde no se utiliza el argumento eugenésico en un sentido o en otro. Una manera de explorar esta recepción resistente del positivismo que practicó Martí sería reconstruir sus lecturas de Comte y Spencer. ¿Qué es lo que interesa de estos a Martí? Del primero, mencionado en la crónica sobre la muerte del filósofo norteamericano Courtlandt Palmer, le interesa la mezcla de utopismo y cientifismo. Del segundo, más citado por Martí, le interesan, sobre todo, los escritos sociales y políticos. No hay en Martí, a diferencia de tantos intelectuales latinoamericanos de su época, una lectura de Comte y Spencer en términos darwinistas o evolucionistas. A eso me refiero con que el nacionalismo martiano es cívico y republicano, no romántico, ni positivista ni espiritualista.

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  5. Bueno Rafa, estamos hablando de otros textos y contextos, no de este fragmento. Pero aun si nos referimos a toda su obra yo creo que no es tanto así como dices. En términos raciales Martí era “evolucionista” o “historicista” y también, cuando se trata de los negros, es naturalista. Es decir, veía las diferencias transmitiéndose a través de la “herencia” (la sangre).

    Tú mismo comentaste un fragmento de uno de sus cuadernos de apuntes donde Martí se apunta a esta teoría. No sé si has cambiado de opinión desde entonces…

    Pero como te digo, su perspectiva depende de la “raza” de la que Martí habla, si habla de los indígenas es “historicista”. Si habla de los negros es naturalista con algo de historicismo optimista.

    Para decirlo de otra forma, Martí creía en la evolución y desarrollo de las civilizaciones, una idea que parte del darwinismo social del siglo XIX, del positivismo comteano, y la etnografía de Tylor y Lubbock. Recuerda que en un apunte, pone a Comte entre, “los libertadores de la Humanidad” (OC XXII, 316). Y afirma: “El mundo es bello, la Humanidad adelanta. Comte ha dicho la verdad” (OC XIII, 350). Le pone sus reparos también al positivismo, pero en esencia, sigue la idea del desarrollo y perfección de las civilizaciones, -lo cual quiere decir que en unos estados unas eran “inferiores” a otras.

    un saludo
    J

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  6. Hola Jorge, creo entender por donde va tu comentario, que se desprende de tus propios estudios sobre Martí. No dudo que haya momentos en la obra de Martí en la que se manifiestan prejuicios raciales, sobre los negros o mulatos cubanos o sobre los chinos en Nueva York, por ejemplo, pero lo que intento destacar es el sentido central o predominantemente republicano sobre las razas que encuentro en su obra.
    Sólo un detalle más. Si te fijas bien, la frase "Comte ha dicho verdad" no es de Martí, es una transcripción que Martí hace de las ideas de Palmer en su crónica sobre la muerte de este para La Nación. Las dos menciones a Comte, más allá de la que refieres sobre uno de los "libros imposibles", que he encontrado en Martí, provienen de esa crónica sobre Palmer. No sé si tú has encontrado otra. En cuanto a la lectura de Spencer, creo, entramos en otro terreno, muy ajeno al evolucionismo, en mi opinión, pero puedo estar equivocado. Un abrazo, R.

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  7. Sí. Rafa, la segunda cita es parte de su crónica sobre Palmer. Pensé decírtelo pero después de escribir el mensaje no quise escribir otro. El positivismo es ciertamente un problema en Martí. Hay quien está a favor y quien está en contra de tacharlo de positivista. Miguel Jorrín, por ejemplo, dice en Martí y la filosofía, que “el positivismo, para Martí, vale como ciencia”, pero sabemos que él mismo salió a defender el “espiritualismo” en México y en La Habana en contra de los positivistas y los materialistas. En un artículo Patria (1894), dice que el positivismo “solo pecó,” “por su negación inmoral de la existencia mejorable y permanente” (OC V, 437), algo que vendría a contradecir aquello de que la “humanidad adelanta”. Pero es significativo que diga que solo pecó por eso. De todas formas, yo creo que algunos de los presupuestos de Comte, como las etapas evolutivas o el énfasis que pone en las ciencias son muy martianos, y lo mismo en Spencer. Mañach creo que fue el primero que dijo que Martí había sido influenciado por Spencer, y de seguro que en sus primeras crónicas de NY e incluso de México se puede ver un individualismo furioso que con los años se va amainando.
    Un abrazo
    J Camacho

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