Libros del crepúsculo

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sábado, 6 de agosto de 2011

Mañach en Middlebury





Paso este verano en la Escuela Española de Middlebury College, entre las verdes montañas de Vermont y el lago Champlain. Los viejos profesores de estos lares recuerdan las estancias de Eugenio Florit y Jorge Mañach en esta institución, de tan grata memoria para los estudios hispánicos. Revisando los boletines de los cursos de verano, de los años 40 y 50, encuentro varios textos de ambos no rescatados en sus obras editadas. En los próximos días reproduciré algunos. Por ahora me limito a recordar una alusión de Mañach a Middlebury, que demuestra la aproximación a la filosofía norteamericana que caracterizó los últimos años de su carrera.

El filósofo y ensayista cubano, Jorge Mañach (1898-1961), fue profesor de la Escuela Española de verano de Middlebury College en cinco ocasiones consecutivas, entre 1947 y 1951, y luego regresó, por última vez, en el verano de 1955. En su historia de las escuelas de verano, "The Middlebury College Foreign Language Schools, 1915-1970. The Story of a Unique Idea" (Middlebury College Press, 1975), Stephen A. Freeman refiere la alegría que le dio recibir a Mañach en su primer curso, en el verano de 1947, ya que el pensador cubano había sido compañero suyo en Harvard, entre 1918 y 1920, donde el autor de "Indagación del choteo" (1928) realizó sus estudios universitarios básicos. Luego de graduarse en Harvard y de una breve estancia en París, Mañach cursó la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana y el doctorado en Filosofía y Letras en la misma institución.


Es probable que Mañach haya llegado a Middlebury recomendado por cualquiera de los intelectuales republicanos españoles que asistían a los cursos de verano desde fines de los 30, como Pedro Salinas, Juan Marichal, Luis Cernuda o Jorge Guillén -estos dos últimos, en la foto- quienes eran sus amigos, o por el poeta cubano Eugenio Florit -también en la foto-, profesor del Barnard College de la Universidad de Columbia. El propio Mañach había enseñado varios semestres en esta última institución, durante sus exilios de la dictadura de Gerardo Machado y de la primera dictadura de Fulgencio Batista, que habían decidido su distanciamiento de la política profesional, la cual ejerció como Ministro de Educación y de Estado, como constituyente en 1940 y como senador de la República.


Los temas de los cursos enseñados por Mañach en Middlebury, durante aquellos seis veranos, revelan tanto el amplio registro de intereses de este intelectual caribeño como la propia evolución de su autoría. Poesía gauchesca y filosofía norteamericana, la generación del 98 y el modernismo hispanoamericano, José Martí y Miguel de Cervantes fueron algunos de los asuntos que desarrolló Mañach durante sus estancias en Vermont. No es difícil identificar dichos intereses en los libros que Mañach escribió por aquellos años: "Filosofía del quijotismo" (1950), "Para una filosofía de la vida" (1951), "El espíritu de Martí" (1952), "El pensamiento de Dewey y su sentido americano" (1953). No son muchas las alusiones a Middlebury que dejó escritas Mañach pero hay una, por lo menos, que refleja con bastante nitidez el valor que otorgó a dichas estancias veraniegas.


Una de las obsesiones de Mañach, a lo largo de toda su carrera intelectual, fue el diálogo entre la cultura hispanoamericana y la cultura norteamericana. Luego de un periodo ligeramente arielista, que puede detectarse en ensayos como "La crisis de la alta cultura en Cuba" (1924), "Indagación del choteo" (1928), la biografía "Martí, el apóstol" (1934) e, incluso, las prosas de "Historia y estilo" (1944) y "Pasado vigente" (1946), Mañach se internó en una ardua reflexión sobre las posibilidades de comunicación entre las tradiciones intelectuales hispánicas y anglosajonas. Resultado de esa deriva arqueológica fueron sus lecturas de los pensadores norteamericanos de fines del siglo XIX (Thoreau, Emerson, Alcott…), que había admirado José Martí y que tanto influyeron en el republicanismo de este, y de los filósofos pragmáticos de las primeras décadas del siglo XX: Charles Peirce, William James y, sobre todo, John Dewey.


A la obra del último filósofo de aquel linaje, John Dewey (1859-1952), dedicó Mañach el ensayo "El pensamiento de Dewey y su sentido americano", que se editó poco después de la muerte del pensador norteamericano, en La Habana, por la editorial de la UNESCO. En los años siguientes Mañach hizo algunos ajustes a su estudio, que se publicaría en forma definitiva por la editorial Taurus, en Madrid, en 1959, bajo el título de "Dewey y el pensamiento americano". La tesis central del escrito de Mañach era que el pragmatismo y el instrumentalismo no debían verse como corrientes contrarias al espiritualismo hispánico, ya que las mismas poseían un trasfondo moral y pedagógico, que aunque de inspiración puritana, entraban en diálogo con la tradición católica española. La defensa deweyana de la educación y de la democracia, como medios reproductores de la libertad humana, según Mañach, tenía desconocidos antecedentes en la obra de filósofos cubanos del siglo XIX como Félix Varela, José de la Luz y Caballero y Enrique José Varona, quienes, a su vez, se inscribían en las corrientes más reconocibles del pensamiento peninsular e hispanoamericano de aquella centuria.


Mañach tenía muy presente en su ensayo que John Dewey había nacido en Burlington, Vermont. Las dos fuentes de la filosofía del autor de "Experience and Nature" (1925) eran el puritanismo y el pionerismo, la ética protestante y el espíritu de frontera. Ambos, a su juicio, eran todavía reconocibles en el Middlebury de mediados del siglo XX, cuando la Escuela Española de Verano se llenaba de profesores peninsulares e hispanoamericanos. Mañach comenzaba su ensayo con una evocación de Middlebury College y llegaba a fabular con la posibilidad de haber visto al anciano Dewey, sentado en una banca de Burlington, fumando su pipa. Sirvan estas primeras páginas de "Dewey y el pensamiento americano" (1959), para constatar la importancia que los cursos de verano de la Escuela Española tuvieron para el ensayista cubano.




2 comentarios:

  1. Gracias Rafa por regalarnos estas páginas, Waldo

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  2. Muy interesante Rafael, esa idea de reconciliacion en Manach del espiritu espanol con el pragmatismo americano fue una de las causas de su sufrimiento con Cuba.Creo Manach, a su modo, se imagino una Cuba ideal lejana a la real. La idea de Dewey de las fronteras creo es la influencia principal de su ultimo libro inacabado alla en Puerto Rico. Gracias por compartir esta experiencia intelectual.

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