Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

martes, 6 de marzo de 2012

Teosofista de Kansas

Como su amigo Ernest, F. Scott Fitzgerald odiaba a Waldo Frank desde los años de París. Frank representaba todo lo que Fitzgerald odiaba de ese Manhattan de izquierda, patriótico y, a la vez cosmopolita, de judíos y marxistas. Fitzgerald y Hemingway desaprobaban con razón las primeras novelas de Frank, pero también despreciaban ensayos suyos como los de Our America o aquellos en los que el escritor newyorkino mostraba interés por los místicos del exilio ruso, Gurdjieff y Uspenski.
En su "Note on My Generation" (1926), escrito por Fitzgerald en París, no sólo excluía a Frank de la "generación perdida", como haría en otros textos autobiográficos -por ejemplo, en "My Generation" (1940)- sino que lo impugnaba directamente. Sostenía Fitzgerald que los estilos y estéticas más vanguardistas eran inasimilables por aquellos escritores que, aunque poseyeran ideologías de izquierda, no podían librarse de prosas y pensamientos simples como los de Frank:

"Just as the prose of Joyce in the hands of, say, Waldo Frank becomes as insignificant and idiotic as the automatic writing of a Kansas Theosophist, so the (Sherwood) Anderson admirers set up Hergesheimer as an antichrist and then proceed to imitate Anderson's lapses from that difficult simplicity there are unable to understand. And here again critics support them by discovering merits in the very disorganization that is to bring their books to a timely and unregretted doom".

2 comentarios:

  1. Muy interesantes estas ultimas entradas sobre Frank, Rafa. Curioso tambien que Waldo Frank se asociara con la Revista Sur que poco tenia que ver con la izquierda (aunque si con lo cosmopolita). Me interesa pensar ese limite. En fin, una injusticia olvidar esta figura.

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  2. Hola, Gerardo, gracias por comentar. Frank se relacionó con muchos círculos intelectuales en América Latina: comunistas, liberales u otro signo ideológico, entre los 20 y los 50. No creo que haya otro intelectual norteamericano con una red latinoamericana tan amplia. Tal vez Carleton Beals, pero menos. Publicó en Sur, en Buenos Aires, pero también en Amauta, la revista de Mariátegui en Perú, en Revista de Avance en La Habana. Fue amigo, además de las Ocampo y Mariátegui, quien le dedicó una semblanza muy favorable -que hay que releer por la propuesta de diálogo entre liberales y comunistas y entre las dos Américas que contiene- pero también de Mañach, Reyes y Vasconcelos. Lo que me ha llamado la atención leyendo su obra en inglés y los juicios de sus contemporáneos sobre la misma es la soledad dentro de su generación literaria en Estados Unidos. Frank era un intelectual muy respetado entre los activistas de la izquierda newyorkina, pero poco tomado en serio entre los mejores escritores de su misma generación.

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