Libros del crepúsculo

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lunes, 17 de septiembre de 2012

Corrigiendo a Martí

La obra de José Martí es una de las más intervenidas de la historia intelectual hispanoamericana. Intervenciones que operan en un rango amplio de posibilidades hermenéuticas, que van desde el plano elemental de los usos políticos del texto hasta las correcciones pedestres de sus editores. Basta un recorrido superficial por las ediciones de las Obras completas (1952) de Lex, la de la Editora Nacional de Cuba/ Editora del Consejo Nacional de Cultura/ Editora del Consejo Nacional de Universidades, entre 1963 y 1965, y la de la Editorial de Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro, en 1975, para encontrar numerosas contradicciones en la paleografía de los manuscritos de Martí o en la transcripción de sus textos editados.
Pongo, entre muchos a la mano, uno de los menos graves ejemplos. En una de sus primeras crónicas para la Revista Universal de México, en marzo de 1875, Martí, que había pasado por París a fines del año anterior, escribe sobre la muerte del escritor Paul-Henri Foucher, cuñado de Víctor Hugo. La versión publicada de la crónica dice: "Foucher era activo, tanto como inteligente, y tanto como creador de obras parisienses. Criado al calor de Víctor Hugo, de él tuvo los reflejos, y el poeta vigoroso quedó siempre el sol". Los editores de las Obras escogidas en tres tomos, del Centro de Estudios Martianos, en 1992, decidieron que la última frase contenía una errata en un artículo y la cambiaron por "y del poeta vigoroso quedó siempre el sol". En la última versión electrónica de las Obras completas, del mismo Centro de Estudios Martianos, se ha producido una nueva corrección de la frase, que queda como "y al poeta vigoroso quedó siempre el sol".
No sé si esta última corrección corresponde a una observación paleográfica, pero, realmente, la versión de la frase que apareció en la Revista Universal puede ser la correcta. En ese pasaje Martí está reaccionando contra quienes acusaban a Foucher de ser un mero imitador de Hugo, quien, a juicio del cubano, era inimitable. "Nadie más que otro Miguel Ángel copiará a Miguel Ángel. Y Víctor Hugo a Víctor Hugo". De ahí que el poeta vigoroso (Hugo) siga siendo el sol, el astro rey del firmamento literario francés. Al final de la crónica Martí lo deja claro cuando escribe: "Así Víctor Hugo es una montaña coronada de nieves, de la que a montones se escapan rayos que recibe del mismo Padre Sol". La frase "y el poeta vigoroso quedó siempre el sol", tal vez sea la correcta, mientras que las otras dos contendrían erratas, no de Martí, sino de sus editores.

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