Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

miércoles, 17 de julio de 2013

¿Qué hacer con el mito?














En la novela Santa Evita (1995) de Tomás Eloy Martínez están planteadas las actitudes intelectuales básicas frente a un mito popular. Aunque el novelista apela a constantes exergos desmitificadores, como el de Jean Cocteau ("la canonización de Eva Perón por el Papa y la de Jean Genet por Sartre (otro Papa) son los acontecimientos místicos de este verano") o el de Oscar Wilde ("el único deber que tenemos con la historia es reescribirla"), se autodefine como un "iniciado" en el culto a Santa Evita.
En un momento de la novela, Martínez parece decirnos que ante la bifurcación de caminos entre la historia y el mito, el escritor debe escoger una tercera vía: la novela. Este género literario sería el artefacto moderno por excelencia, que permitiría reconstruir la articulación de mito e historia en el culto popular a Evita Perón y, a la vez, eludir los clichés incubados por el duelo. El cliché, por ejemplo, de la desmitificación positivista o el cliché de la deshistorización mitológica: dos peligros inversos, pero que, en el fondo, comparten el mismo origen.

7 comentarios:

  1. Si criticar o alabar a alguien es igual para ti, un "cliché", ¿Tiene algún valor hacerlo?
    ¿Para que criticar entonces el mito de Fidel o el mito de Stalin o el mito del Socialismo?
    ¿Para que tú escribes entonces?

    ResponderEliminar
  2. Gracias por su deliberadamente equivocado comentario. Por supuesto que criticar y alabar un mito no es mismo. Alabar un mito puede ser un cliché, pero criticarlo no, sobre todo, si la crítica elude lo que llamo la "desmitificación positivista", es decir, una deconstrucción del mito únicamente basada en la desnudez de los hechos, que no pondera la complejidad simbólica e, incluso, emocional sobre la que descansan esos fenómenos. Creo que, en la novela comentada, Tomás Eloy Martínez esbozó muy bien ambos riesgos. El riesgo inverso, el de la deshistorización, es, por cierto, muy común entre quienes se aferran a la alabanza y prefieren no criticar los mitos de Fidel, Stalin o cualquier otro totalitarismo.

    ResponderEliminar
  3. Me hubiera gustado que aclararas eso mismo en tu comentario. No me equivoco cuando digo que no lo hiciste y pusiste ambos en el mismo plato. Cito: "El cliché, por ejemplo, de la desmitificación positivista o el cliché de la deshistorización mitológica: dos peligros inversos, pero que, en el fondo, comparten el mismo origen." No dices que uno es "bueno" y el otro "malo" Dices que los dos son lo mismo...

    ResponderEliminar
  4. Ambos clichés son equivocados porque ninguno de los dos hace uso pleno de la razón crítica. El positivismo desmitificador porque desprecia la dimensión simbólica del mito y la deshistorización mitológica porque prescinde de toda confrontación con la realidad. El origen que comparten esos clichés es, como sostiene Martínez, el apresuramiento por comprimir "la verdad" en fórmulas fáciles, portátiles, llámese la "verdad de la historia" o la "verdad del pueblo".

    ResponderEliminar
  5. Estamos de acuerdo que toda racionalización del mito es un intento fallido, porque nadie puede alzarse con la “verdad”. Es un argumento relativista, postmoderno, muy popular en la Academia por lo menos desde los años 1960. Si hablamos en términos absolutos entonces nada es vedad y nada vale. Por eso regresamos al inicio ¿para que tú escribes? ¿Qué propósito tiene “desmitologizar” a Fidel o el Socialismo si al final lo que haces es un “cliché”, crear formulas fáciles, una verdad “relativa”? ?Como te escapas? La novela?

    ResponderEliminar
  6. Ud. no quiere o no puede comprender el argumento de Tomás Eloy Martínez, que describo en mi post. No hay relativismo ahí. Hay crítica no positivista del mito, en su caso, expuesta a través de la novela, que no es el único género apto para una crítica de esa naturaleza. Entre los historiadores, la obra de Simon Schama sería un buen ejemplo de esta misma manera de lidiar con el mito.

    ResponderEliminar
  7. Gracias Rafa. Si por escapar al “chiché” entiendes el uso de la literatura o la conjetura (de ahí que menciones a Simon Schama de la mano de Eloy Martínez) entonces, hay un montón de gente que puedes poner en la lista, incluyendo a nuestro Miguel Barnet o Barniz y todos los que en Cuba hablaban de la historia como una disciplina de los burgueses y los textos historiográficos como puras habladurías, mentiras y suposiciones. Todos estos experimentos surgen de la crisis en que cayeron las ciencias sociales a partir de los años 1950 y la mayoría son escritores o académicos con imaginación artística a quienes aplauden otros artistas pero que son vistos con recelo por los otros académicos. Tal vez podemos poner en esa lista también a Pérez Firmat. No sigo importunándote. Gracias por tus comentarios. No creo que es la única forma de escapar al “chiche” pero en fin, cada cual tiene su opinión.

    ResponderEliminar