Libros del crepúsculo

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sábado, 2 de julio de 2016

Los dioses útiles del historiador Álvarez Junco

Desde abril de este año circula en librerías de España un libro del historiador José Álvarez Junco que ha acompañado el zigzagueante proceso electoral en este país. Publicado por Galaxia Gutenberg, el volumen regresa al debate historiográfico sobre las naciones y los nacionalismos, que parecía teóricamente agotado desde los años 90, pero que la práctica política del siglo XXI, con su rearme de los populismos de izquierda o derecha, ha vuelto a colocar en el centro de la esfera pública.
         En Dioses útiles (2016), Álvarez Junco repasa la querella historiográfica sobre los nacionalismos en las últimas décadas del siglo XX. El punto partida de aquella ola revisionista no fueron los trabajos de Anthony D. Smith, Ernest Gellner, Benedict Anderson o Eric Hobsbawm, como generalmente se piensa, sino un poco antes, a principios de los 60, un libro pionero de Elie Kedourie que entendía las identidades nacionales y los discursos nacionalistas como construcciones políticas.
         Ninguno de aquellos historiadores, que tanto insistieron en que todas las políticas de la identidad nacional se basaban en relatos fundacionales míticos, negó que los nacionalismos fueran realidades culturales concretas. Hay un “nacionalismo banal”, como dirá en los 90 Michael Biling, relacionado con los sentimientos y las emociones patrióticas, que se manifiesta en las guerras, los deportes, la diplomacia o el ceremonial de Estado, y que sobrevive a cualquier modernización.
         Los mayores estragos del siglo XX no fueron causados por ese tipo de patriotismo sino por las instrumentalizaciones totalitarias del nacionalismo. La idea “primordialista” de la nación, que remite a identidades cerradas de raza, lengua o religión, no necesariamente deriva en un ordenamiento jurídico autoritario o totalitario, pero tiende a legitimar formas políticas no democráticas. Muchos movimientos descolonizadores del Tercer Mundo, desde la Revolución Haitiana, reivindicaron una idea primordialista de la nación, pero rápidamente pasaron a sostener un principio moderno de soberanía nacional.
         También en España, en los años de la Constitución de Cádiz, encuentra Álvarez Junco esa formulación moderna del principio de soberanía nacional. A pesar de la inestabilidad del siglo XIX español, dicho principio sobrevivió hasta inicios del siglo XX, cuando comienza a ser seriamente cuestionado por algunas corrientes del “regeneracionismo” posterior a la guerra del 98 y, luego, por las dictaduras de Miguel Primo de Rivera y Francisco Franco.
         Las manifestaciones más autoritarias del nacionalismo vasco o catalán, según Álvarez Junco, tuvieron su origen en aquella primera mitad del siglo XX. Siguiendo a Jordi Canal, en su Historia mínima de Cataluña (2015), el historiador habla de un “catalanismo ensimismado y autorreferencial”, contrapuesto a otro cosmopolita y abierto, cuyas raíces se hunden en el racismo anticastellano o antiespañol de Valentí Almirall, Pompeu Gener o Prat de la Riba en las décadas posteriores al “desastre” del 98.
          Los dioses de las identidades nacionales deben ser, ante todo, útiles para la propagación de un civismo que consolide las democracias. La misión de los políticos es, en buena medida, discernir entre unos dioses y otros, los que favorecen o los que enturbian la cultura cívica. El propio libro de José Álvarez Junco es un buen ejemplo de crítica moderna a los nacionalismos, en un país donde la palabra “regeneración” aparece con demasiada frecuencia en el lenguaje de los políticos jóvenes.
        

          

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