Libros del crepúsculo

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miércoles, 21 de diciembre de 2016

Taxonomías del Caribe



Michel Foucault inicia Las palabras y las cosas con un apunte sobre "El idioma analítico de John Wilkins" de Otras inquisiciones de Borges, que ilustra la perversión y el ridículo de la hiperclasificación de las especies en el pensamiento naturalista moderno. En sus últimas novelas, la escritora dominicana Rita indiana trabaja con esa implosión de la diversidad en el espacio caribeño y los discursos taxonómicos que intentan representarla. En Nombres y animales (2013), buena parte de la acción sucede en una clínica veterinaria de Santo Domingo a donde llega toda clase de criatura enferma:

"Desde que empecé a trabajar aquí he visto de todo. Boxers cojos apellidados Windsor, huskys siberianos con dermatitis aguda, papagayos cuyo pico sirvió de almuerzo a una especie de hongos conocida como Tasmania, gatos angora a los que luego de ver El séptimo sello de Bergman les coge con despertar a sus dueños todas las noches a las 3. 33 de la madrugada, terriers anoréxicos, collies maniatura entrenados para marchar al ritmo de la Patética de Beethoven, chihuahuas que se creen minotauros, rottweilers con complejo de culpa y monitos entrados de contrabando por un danés que le cargaba los bultos a Janis Joplin".

En una operación discursiva paralela, la taxonomía funciona como metáfora de la heterogeneidad de los personajes: haitianos e italianos, dominicanos y cubanos, budistas y católicos, rockeros y boleristas. Si en esa novela se enfrenta el dilema de nombrar un gato, ante una larga lista de opciones, en La mucama de Omicunlé (2015), asistimos a la reproducción de la heterogeneidad de sujetos del Caribe en un espacio intemporal. En ambos casos nos exponemos a la realidad y la ficción de las taxonomías o a la resistencia que la diversidad y el multiculturalismo hacen al espíritu de clasificación de la ciencia y la política.


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