Uno de los primeros efectos de la lectura es la relocalización de Puerto Rio en su entorno latinoamericano y caribeño. La prolongada experiencia del Estado Libre Asociado en la isla, durante la Guerra Fría, condujo a una expulsión de Puerto Rico de ese entorno. Una expulsión que lo mismo operaba dentro de las corrientes más proclives a la autonomía o a la anexión, es decir, a preservar el status quo o a lograr la estadidad, que en el independentismo más aferrado al modelo cubano, cuya premisa excepcionalista era ineludible.
Pabón narra una historia que se reconoce en la más reciente historiografía sobre las izquierdas latinoamericanas y caribeñas de las últimas décadas del siglo XX. Los dilemas a que se enfrentaron las principales asociaciones independentistas y socialistas en Puerto Rico, el MPI y el PSP, el PIP y el MST, y sus principales líderes, César Andreu Iglesias, Juan Mari Brás, Rubén Berríos, Luis Ángel Torres…, son muy parecidos a los de cualquier país de la región: elecciones sí o no, lucha armada o resistencia cívica, marxismo-leninismo o nacionalismo revolucionario, vieja izquierda o nueva izquierda, revolución o democracia.
El itinerario también es parecido. Pabón encuentra en los debates y documentos programáticos del MPI en los 60 aproximaciones a la Nueva Izquierda por medio del llamado a la lucha armada, al boicot de las elecciones, a la inscripción flexible en el marxismo, la descolonización y el tercermundismo e, incluso, en la oposición a la invasión soviética a Checoslovaquia en 1968 y el rechazo a la práctica imitativa de copiar el modelo cubano.
A mediados de los 70, cuando el PSP, que demoró en asimilar la experiencia del socialismo democrático de Salvador Allende y Unidad Popular en Chile, regresa a la vía electoral y, a la vez, reproduce las líneas rectoras de la sovietización cubana, también se identifican ciertas pautas regionales. Para fines de esa década e inicios de los 80, cuando el MPI y el PSP generaban alianzas electorales poco exitosas, la izquierda puertorriqueña se enfrentaba a los dramas familiares latinoamericanos.
La relocalización de Puerto Rico en América Latina que produce el libro de Pabón se refuerza en el contexto de las transiciones democráticas de los 80 y 90, la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la URSS y el giro neoliberal. El historiador estudia cómo el PIP y el MST, que encauzaban las ramas nacionalistas y marxistas, se adaptaron a aquella coyuntura crítica.
Observa Pabón que en Puerto Rico, como en toda la región, se produjo, en el cambio de siglo, un desplazamiento y apropiación de las izquierdas socialistas por las populistas.
La hegemonía bolivariana dentro de las izquierdas latinoamericanas y caribeñas también se constató allí, a pesar de la fuerte inscripción de la isla en la hegemonía estadounidense. Esa tensión produjo desdoblamientos reconocibles, como los detectados por el historiador en el discurso de varios dirigentes, que distinguían entre izquierdas autoritarias e izquierdas democráticas, pero respaldaban los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba.
De existir una peculiaridad decisiva en la política puertorriqueña de la Guerra Fría tal vez habría que encontrarla en esa mezcla de un país directamente expuesto a la hegemonía de Estados Unidos y una izquierda más plegada a la línea oficial cubana que en otros de sus vecinos. Como recuerda Pabón, muy pocos socialistas, como Luis Ángel Torres, tomaron distancia de la autocratización bolivariana en la primera década del siglo XXI.