Con frecuencia se dice que la noción de "totalitarismo" surgió, en un sentido no peyoritavo, en círculos fascistas de la Italia de Benito Mussolini y que filósofos como Giovanni Gentile, Ministro de Educación del Duce, la utilizaba desde los años 20. Si es así, una de las primeras conceptualizaciones críticas del totalitarismo que se produjeron en Europa fue la de María Zambrano, en su libro Horizonte del liberalismo (1930). A partir de la tesis de su maestro José Ortega y Gasset, en su ensayo La rebelión de las masas, Zambrano observaba el ascenso de una política "totalizadora" en la Europa de entreguerras, directamente relacionada con el fascismo y el comunismo. En buena medida, esos regímenes surgían, según ella, como consecuencia de la incapacidad del liberalismo decimonónico para asumir la doctrina cristiana de la persona humana y abrirse a una democracia social que representara intereses de las mayorías.Si en ese temprano ensayo, Zambrano utilizaba palabras como "política totalizadora o unitaria", para referirse a las grandes tiranías del siglo XX, en un ensayo posterior, escrito en el exilio caribeño, Isla de Puerto (Nostalgia y esperanza de un mundo mejor) (1940), usa el término "totalitarismo" en el mismo sentido que le imprimirá Hannah Arendt diez años después, en su gran obra, Los orígenes del totalitarismo (1951). En un ensayo posterior, La agonía de Europa (1945), reaparece el concepto de totalitarismo, relacionado con una tradición del "terror" y la "violencia" en Europa, que ha llegado a su caricatura en el nazismo y el comunismo. La "anulación totalitaria", dice Zambrano adelantándose de nuevo a Hannah Arendt y a tantos otros, tiene que ver con la "barbarie monista" del ideal del "hombre nuevo", con que las ideologías del siglo XX intentaron suplantar a religiones milenarias.
La teoría del totalitarismo de Zambrano desemboca en su gran ensayo de filosofía política, Persona y democracia (1958), donde se propone una reconstrucción del liberalismo en sintonía con la doctrina demócrata cristiana de la "persona humana". Sin embargo, aquí, el concepto de totalitarismo es reemplazado por el de "absolutismo", que Zambrano, naturalmente, remonta a las monarquías europeas anteriores al gobierno representativo moderno. Aún así es evidente que los grandes totalitarismos del siglo XX, fascistas o comunistas, eran comprendidos dentro de esa larga historia del absolutismo occidental, aunque como versiones "decadentes" o "degradadas". El totalitarismo, concluía, "reaparece por última vez como una demencia regresiva; como una involución extrema" de la tradición absolutista.
La teoría política y, en especial, la teoría política iberoamericana ha dado poca importancia a la conceptualización del totalitarismo en María Zambrano. El estudioso Jesús Moreno Sanz, editor de las Obras completas de Zambrano en Galaxia Gutenberg, ha sido uno de los primeros en advertir con mayor énfasis sobre el valor de esta temprana conceptualización del totalitarismo y de las conexiones de la pensadora malagueña con filósofas judías de su misma generación como Edith Stein, Simone Weil y, por supuesto, Hannah Arendt. Jóvenes filósofas como Julieta Lizaola comienzan a colocar la teorización del totalitarismo de Zambrano donde merece estar: en el centro del pensamiento político democrático del siglo XX.





