Libros del crepúsculo

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domingo, 8 de noviembre de 2009

Nuevo 89




Mañana 9 de noviembre se cumplen veinte años de la caída del Muro de Berlín. En todos los países del mundo se celebrará la fecha. Incluso en los cuatro países que gobierna un partido comunista -China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba- habrá quienes, desafiando las efemérides oficiales, festejen ese hito global. En recientes artículos para The New York Review of Books, The Guardian y El País, Timothy Garton Ash lo ha escrito de manera rotunda: “1989 fue el mejor año de la historia contemporánea”.
La caída del muro y la transición a la democracia en la Unión Soviética y Europa del Este inauguraron, en ese simbólico 89, otro tipo de revolución: aquella que de manera pacífica y a través de las pequeñas grietas de una esfera pública cerrada produce una gran movilización civil contra un régimen totalitario. Esa revolución no sólo transformó el mapa europeo, al decidir la integración alemana y el regreso del Este a la comunidad europea, sino que cambió las reglas del juego político dentro y fuera de casi todas las naciones del planeta.
Las transiciones a la democracia en América Latina, África y Asia, el ascenso de potencias emergentes como Brasil e India, la consolidación económica de China, el poder de las nuevas izquierdas latinoamericanas y hasta un fenómeno como Barack Obama son inexplicables sin el 89. Como toda revolución, aquella produjo su propia contrarrevolución, en la que podrían ubicarse Osama Bin Laden y George W. Bush, Fidel Castro y Hugo Chávez, el talibán y la guerra preventiva, el derribo de las Torres Gemelas y la carrera armamentista iraní, la derecha neocomunista rusa y los nacionalismos neofascistas europeos.
A pesar del terrorismo y el unilateralismo de la última década, el mundo posterior a la caída del Muro de Berlín está más cerca de una democratización de las políticas domésticas e internacionales que el anterior. La bipolaridad de la Guerra Fría, además de garantizar la existencia de una comunidad de regímenes totalitarios, produjo, en Estados Unidos, América Latina y Europa, el secuestro del liberalismo y la democracia por las derechas anticomunistas. Ese binarismo retrasó la modernización de las izquierdas y las derechas occidentales.
Quienes no festejan el 89 son aquellos que, como el Partido Comunista cubano, se resisten a admitir los crímenes de Stalin o aquellos que, como el Partido Comunista chino, inauguraron en 1989, no un nuevo tipo de revolución, sino un nuevo tipo de represión: la masacre de Tiananmen. Un gobierno como el cubano, que detiene y golpea a jóvenes blogueros, por asistir a una manifestación en favor de la no violencia, es emblemático de la reacción contrarrevolucionaria de las dos últimas décadas.

4 comentarios:

  1. Este comentario suyo es un gran disparate, además de estrecho y simplista. Le va mejor comentando sobre las obras y lo que otros escriben que desarrollando sus propias ideas.

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  2. Soy un escéptico lógico pragmático. Sigo al pié de la letra el presupuesto cartesiano de la duda sistemática. Sobre todo, tengo como regla metodológica esencial no creer en lo que divulgan los medios ni lo que promulgan los conspiranoicos. Dentro de mis posibilidades, trato de investigar a fondo antes de dar un criterio sobre algún hecho histórico. Ahora bien, ¿cree realmente usted, profesor, que el “efecto dominó” que dio al traste con el poder soviético en la URSS y el antiguo campo socialista en menos de un año fue sólo consecuencia de un “otro tipo de revolución: aquella que de manera pacífica y a través de las pequeñas grietas de una esfera pública cerrada produce una gran movilización civil contra un régimen totalitario “? En primer lugar, considero un fraude total cualquier “teoría de la revolución” sea bakuninista, marxista, leninista, trotskista, maoísta, “cheísta” o de cualquier orientación izquierdista. Y otra cosa, ¿cómo la caída del muro de Berlín puede explicar “las transiciones a la democracia en América Latina, África y Asia, el ascenso de potencias emergentes como Brasil e India, la consolidación económica de China, el poder de las nuevas izquierdas latinoamericanas y hasta un fenómeno como Barack Obama son inexplicables sin el 89?” Usted me perdona, siempre lo he respetado como intelectual pero esto huele vulgarización barata del materialismo histórico -otro fraude teórico del marxismo- como la afirmación de que “Como toda revolución, aquella produjo su propia contrarrevolución, en la que podrían ubicarse Osama Bin Laden y George W. Bush, Fidel Castro y Hugo Chávez, el talibán y la guerra preventiva, el derribo de las Torres Gemelas y la carrera armamentista iraní, la derecha neocomunista rusa y los nacionalismos neofascistas europeos.” Por favor, profesor, respétese.
    http://havanaschool.blogspot.com/

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  3. Bienvenidos los disparates como este. Quien no se alegra del fin de la guerra fría. Solo los comunistas nostálgicos y los fascistas amargados.

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  4. Cuando se tensan los extremos (guerra fria), el centro casi desaparece.
    Al "desplomarse" uno de los extremos se liberan las fuerzas del centro. El extremo resultante retrocede tumultuoso hacia el centro y se dispara hacia el otro extremo (neocomunismos y derechas anticomunistas). Las fuerzas del centro se reordenan y tiran de nuevo hacia el centro, logrando atraer al extremo resultante anterior, disipándolas en un nuevo centro y apareciendo diferentes momentos de fuerza que se buscan el equilibrio. Leyes de la física que se repiten en la sociedad.
    Los extremos no desaparecen, liberan fuerzas y que se concentran mas al centro.
    La explicación del Rafa tiene por lo tanto, toda la lógica de la Física
    Son sólo veinte años -período muy corto para una sociedad- y aún las fuerzas del extremo resultante siguen ejerciendo momentum y liberando otras de menor magnitud.
    Todo el proceso anterior se complejiza aún más con las nuevas fuerzas que "aparecen" y que encuentran nuevos cauces (la Red). Aún quedan muchos años para intentar descifrar el rumbo y momento de una nueva tensión extrema. Creo que la próxima podría ocurrir entre civilizaciones.
    Una la nuestra y la otra no sabemos si existe aún pero si que está fuera del alcance de nuestra vista.
    El tiempo del XXI no será de tensiones bipolares extremas. Será de coexistencia y tensiones multipolares no extremas.

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