Libros del crepúsculo

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viernes, 5 de noviembre de 2010

Tomás Estrada Palma en Paradiso

En Los años de Orígenes, Lorenzo García Vega dice que si no se ha leído bien el pasaje de Paradiso en el que Rialta se encuentra con Tomás Estrada Palma no se ha entendido a Lezama, a Orígenes y a Paradiso. Reproduzco dicho pasaje y regreso:

“El Presidente atravesaba la sala de baile con la lentitud de una reverencia gentil en el ornamento de una caja de tabaco. Los gendarmes pegaban con sus porras a las arañas que descendían curiosas por la invertida torre de la lámpara. Saludaba a unos como si se hubieran reencontrado en una lejanía a donde iban llegando emigrados para sentarse a la sombra de una ceiba. Coincidían, muy cerca de la ventana que cruzaba los dos hilos de la mirilla, el Presidente y Rialta. El centro de los dos hilos fijó la mano derecha del Presidente patriarcalmente alzada y en ligero movimiento, encontrándose venturosamente la sonrisa reverencial de Rialta.

¿No se acuerda de mí, don Tomás? –dijo Rialta, saliendo al encuentro de la presentación que hacía Paulita Nibú.

Cómo no te voy a conocer, eres la hija de don Andrés. No se pueden olvidar aquellas Navidades de Jacksonville. Y la espantosa tómbola donde todavía me parece oír el grito aquel, cuando la muerte de tu hermano Andresito. No se olviden de traer sus restos, pues hay que mezclarlos con la tierra nuestra.”

García Vega asegura que esta escena era narrada por Rosa Lima Rosado (Rialta en la novela), la madre de Lezama, y que la misma traslucía un afectado criollismo republicano, de folletín y bombín de mármol, por el cual Lezama y los origenistas intentaban sublimar una grandeza venida menos con una conexión familiar o afectiva con el patriciado. García Vega tiene razón en que hay que leer ese pasaje para entender a Lezama, a Paradiso y a Orígenes, pero, creo, que en sentido inverso al sugerido por él.
En la disputa por el legado de Orígenes se movilizan, con frecuencia, dos actitudes, la de quienes atacaron a aquel grupo intelectual por su entendimiento con el orden republicano y la de quienes insisten en presentar a Lezama y sus revistas como “resistencias” contra el orden republicano. Como sucede en casi todas las disputas, algo de razón hay en ambas actitudes.
Personalmente, me cuesta trabajo reconocerme en una o en otra, ya que no veo el sutil o lateral republicanismo de Orígenes como algo negativo, a la manera, digamos de Lunes de Revolución, Piñera o García Vega. Como tampoco logra convencerme el mito de un Lezama resistente, precursor intelectual de la Revolución, fabricado por Cintio Vitier y sus discípulos.
A propósito del pasaje citado de Paradiso, en la edición crítica de la novela preparada por Vitier, la imagen de Tomás Estrada Palma que aparece es, curiosamente, menos estereotipada que la que aparece en Los años de Orígenes de García Vega. Vitier reconoce, por lo menos, “la intachable honradez de Estrada Palma en el manejo de los fondos públicos”, aunque fuerza la interpretación cuando afirma que la imagen del primer Presidente en Paradiso quiere captar lo “falso” o lo “ingenuo” de aquella República.
La clave simbólica de esa imagen no es el “creerse querido por todos”, que señala Vitier, sino la idea de la primera República, con un ex presidente de la República en Armas y un ex delegado del Partido Revolucionario Cubano –un heredero de Martí, en suma- en el poder, como un espectáculo de la repatriación del exilio y de la armonía entre cubanos luego de una costosa y sangrienta guerra.

1 comentario:

  1. Lo mismo digo (dije):

    http://www.penultimosdias.com/2009/05/20/imagen-de-la-republica/

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