Libros del crepúsculo

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sábado, 11 de agosto de 2012

La intolerancia banal









El reciente asesinato perpetrado por un neonazi norteamericano en un templo sij de Wisconsin da la razón a la filósofa Martha C. Nussbaum, quien en su último libro, The New Religious Intolerance (2012), habla de una "política del miedo en una era ansiosa," que se arraiga más allá de los estados y sus instituciones, en la mentalidad y el trato cotidianos de los ciudadanos del planeta.
Repitiendo el gesto de casi todos sus libros, Nussbaum propone regresar al valor ilustrado de la tolerancia religiosa, aunque adaptándolo al contexto multicultural del siglo XXI. Ya no basta con que no haya Tribunal del Santo Oficio o que los Estados no sean confesionales o que la educación y la cultura de los países sean administradas desde principios laicos.
La nueva tolerancia no puede responder a las mismas premisas de los siglos XVIII y XIX, ni puede recaer en el relativismo que le aseguró la bipolaridad ideológica de la Guerra Fría. Es preciso llevarla más allá: a una verdadera legislación equitativa de los usos y costumbres entre creyentes y ateos. Si se desea que unos y otros convivan en paz, bajo los mismos cielos, las leyes deben buscar la manera de contener la banalización de la intolerancia, ya no en el Estado, sino en la sociedad civil.

4 comentarios:

  1. Si en términos prácticos eso se traduce en cualquier apertura al multiculturalismo, entonces es una pésima idea.

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  2. Bueno, Cempazúchitl, la apertura al multiculturalismo ya se produjo, como consecuencia de la diversificación social y migratoria. Las leyes, sin embargo, siguen respondiendo a patrones republicanos ya rebasados por la propia complejidad social.

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  3. Sería útil citar ejemplos de "banalización de la intolerancia" para aclarar las ideas. ¿Lo son la ley del velo en Francia o la prohibición de orar en las escuelas públicas de Estados Unidos? Pregunto.

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  4. Nussbaum critica ambas leyes, pero cuando yo me refiero a una banalización de la intolerancia lo hago en el sentido que da Hannah Arendt a la "banalización del mal", aludiendo, en este caso, al asesinato en el templo sij de Wisconsin.

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