Libros del crepúsculo

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miércoles, 24 de mayo de 2017

James Baldwin y el orgullo de la amargura

El documental I Am Not Your Negro (2016), del cineasta haitiano Raoul Peck, basado en el manuscrito inconcluso del escritor afroamericano James Baldwin, Remember This House (1979), sus recuerdos sobre Medgar Evers, Malcolm X, Martin Luther King y la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos en los años 60, es uno de los alegatos más elocuentes contra el racismo de los últimos años. El film tiene como trasfondo la tensión racial que acompañó el tramo final de la presidencia de Barack Obama, pero va más allá en su diagnóstico del racismo en Estados Unidos.
         En escenas como la del debate de Baldwin con William F. Buckley en la Universidad de Cambridge o la de la entrevista con Kenneth Clark en la televisión pública, se ve al escritor negro pasar repentinamente de un rictus grave a una risa enorme y franca, que le envuelve todo el rostro. Raras veces se veía reír así a otros líderes del movimiento por los derechos civiles, que proyectaban en sus caras cuatro siglos de agravio, entre la esclavitud y la segregación. Baldwin, escritor y homosexual, trasmitía una imagen y una gestualidad diferentes, reflejo de sus contradicciones con aquellos líderes.
         La primera divergencia que sale a flote en el film de Peck tiene que ver con la religión. A diferencia de Malcolm X o de Martin Luther King, Baldwin era ateo, o agnóstico, y su visión del islamismo y el cristianismo negros era sumamente crítica y hasta irónica. Las iglesias cristianas de Harlem, que conoció de niño y que aprendió a cuestionar leyendo a Fiódor Dostoyevski en París, le parecían instituciones que habían cumplido un rol legitimador de la opresión y la exclusión de los negros en la historia de Estados Unidos.
         Sin embargo, a pesar de su enorme admiración por Malcolm X, tampoco Baldwin comulgaba con la idea de que el racismo podía atribuirse a una maldad innata del blanco. Los blancos norteamericanos no eran racistas por odio al negro sino por ignorancia, irresponsabilidad y cobardía. Había un núcleo ilustrado en el pensamiento del escritor que lo acercaba al marxismo y al existencialismo de la Nueva Izquierda occidental, para los que la descolonización no pasaba por alguna modalidad religiosa o mística.
         El tono de Remember This House (1979), en la voz de Samuel L. Jackson, es muy parecido al de Notes of a Native Son (1955): una evocación personal, en la que las figuras familiares reaparecen para compensar la memoria del dolor. Pero en el lugar del padre, la madre o las hermanas, ahora figuraban los mártires de la lucha por los derechos civiles en los 60. Aquella honestidad, que en los textos juveniles de los 50 se expresaba por medio del sentimiento de culpa por el exilio en París, en la memoria del adulto se traducía en un duelo y una contrición que, en buena medida, implicaban el lugar de Baldwin como autor reconocido en los círculos literarios de Nueva York.
         Entre la frontalidad de Malcolm X y el pacifismo del doctor King, James Baldwin parecía ubicarse en un punto intermedio que en alguno de sus textos resumió como “orgullo de la amargura”. El sufrimiento de la población afroamericana no podía ocultarse o sublimarse en maneras folkloristas o diletantes, pero tampoco debía ser relegado como testimonio incómodo de cuatro siglos de opresión. El rechazo a integrar racialmente las comunidades, en el orden social, por parte del conservadurismo y, también, de sectores liberales racistas, debía ser emplazado desde las propias bases de la civilización occidental. En esa apuesta, la amargura del racismo sustentaba el orgullo de una identidad étnica.  

         

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