Libros del crepúsculo

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miércoles, 20 de junio de 2018

Rafael Alcides, el ejemplo cartujano




Ha muerto en La Habana Rafael Alcides Pérez, poeta coloquial y novelista histórico. Escritor inconfundible de la llamada "generación del 50" en Cuba. Autor de cuadernos emblemáticos del coloquialismo lírico hispanoamericano como La pata de palo (1967) y Agradecido como un perro (1983), Alcides fue uno de los tantos escritores que se enfrentaron a la burocracia cultural cubana entre fines de los 80 y principios de los 90. Y como todos ellos (Manuel Díaz Martínez, Raúl Rivero, Jesús Díaz, María Elena Cruz Varela...) dejó de ser publicado en la isla -su último título aparecido en la editorial Letras Cubanas es Nadie, de 1993-, aunque con el agravante de que, a diferencia de sus amigos, permaneció en la isla, no se exilió. O se exilió adentro.
En el año 2005, la revista Encuentro de la Cultura Cubana rindió homenaje a Alcides. El encabezado de una valiosa entrevista que le hiciera Efraín Rodríguez Santana, decía: "Alcides es obstinado; amante de un país que se hace al ser conversado por él; su imaginación es inagotable; su amor por la literatura, uno de los ejemplos cartujanos del momento. Es pródigo al querer, amigo de mucho cuidado, hombre que provee su soledad para darse mejor a su escritura". Escritor solo, desterrado adentro, Alcides ha muerto sin que en Cuba se de la noticia. Uno de los poemas que rescatamos en aquel homenaje, en Encuentro, se titulaba "Anuncio de prensa" y jugaba a transcribir, en versos, un spot publicitario de cemento americano: 



Anuncio de prensa

Ni lo sientes —en cierto modo.
No tendrías tiempo.
Es apenas un calorcito algo mayor que el que derrite el hierro
elemental
de donde se saca el acero de los rascacielos.
Comienza de repente
y en 2 minutos acaba todo.
Lo construido con cemento no.
(¡no preocuparse!)
Tu fábrica,
tus rascacielos,
tu Banco,
tu casita con piscina,
tu hotelito solitario
en las montañas Rocosas
para cuando seas viejo,
todo,
Todo lo construido con cemento y acero
permanecería en pie un par de siglos por lo menos
(lo ha dicho el Presidente).
Y si construiste con luckystone
entonces ríete,  ríete inteligente hombre de Norteamérica.
Ríete a todo trapo con una mano sobre el vientre,
como solían reír nuestros abuelos los pioneers
cuando con carabinas Winchester y Springfields rudimentarios
limpiaban de indios y búfalos el Oeste
para que pasara el ferrocarril.
Ríete de costa a costa
porque entonces
—si construiste con luckystone
si tuviste esa precaución—
tu inversión permanecería en pie,
conservadoramente calculado,
durante 500 u 800 años.
luckystone
el cemento del hombre de negocios precavido.

(1983)

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