Libros del crepúsculo

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martes, 5 de junio de 2018

Jordi Gracia sobre la izquierda sonámbula




En su más reciente ensayo, Contra la izquierda (Anagrama, 2018), un texto del crítico Jordi Gracia, en el que, al decir del editor Jorge Herralde, el "socialdemócrata de vals vienés" le gana al "panfletario jovial y fatalista", se describe la asombrosa mutación de la izquierda española a principios del siglo XXI. Pero mucho de lo que cuestiona Gracia a la izquierda peninsular o, específicamente, catalana, es válido también para la izquierda latinoamericana. A ambos lados del Atlántico se vive una parecida captura de la tradición universalista del socialismo por los relatos identitarios y teológicos del conservadurismo. El antídoto contra ese avance de la reacción, por la izquierda, está, a su juicio, en el pesimismo y la ironía.

"Sin rastro de ironía benefactora, el santoral épico de la izquierda es todavía paralizante. Sigue enganchada en el gatillo simbólico de guerrilleros que nadie querría hoy a menos de dos kilómetros de distancia. Los viejos hechos heroicos ya no hacen delirar a nadie con una segunda Revolución de Octubre, ni con un segundo Cuartel de la Montaña. Quizá sí puede creerse aún en un segundo 68, con el riesgo de cumplir la profecía de Marx y que efectivamente la historia se repita en forma de farsa. Una parte de este ensayo de batalla nace de la voluntad de arrasar con ese santoral beato para asignarle su legítimo papel de reliquia sentimental de una izquierda que en otro tiempo contribuyó a mejorar las condiciones de vida de la mayoría. No evalúo ahora sus costes monstruosos, ni los crímenes de Stalin, ni los tanques de Praga, ni las depredaciones culturales de China ni la asfixia política y cultural de Cuba sino su papel en la memoria íntima de la izquierda sonámbula. Tras medio siglo de mentiras, sabemos que la izquierda real de los países soviéticos no fue de izquierdas. Sabemos que la izquierda de Fidel Castro fue sobre todo un simulacro despótico en las últimas décadas, del mismo modo que se corrompió desde hace tiempo el sueño de la revolución bolivariana. Hoy deberíamos saber ya también, sin esperar otro medio siglo, que el poder instrumental de la izquierda solo puede ser irónicamente pragmático, sin idolatrías banales y falsificadas".

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