Libros del crepúsculo

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jueves, 21 de enero de 2010

Balzac, Napoleón y el matrimonio gay


En la ciudad de México, lugar de triple tradición de activismo gay, represión homófoba y prejuicio machista, se ha instalado el debate sobre los derechos civiles de los homosexuales. Una ley aprobada por el parlamento del Distrito Federal e impulsada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que gobierna en la capital, ha autorizado el matrimonio entre personas del mismo sexo. El Partido Acción Nacional (PAN), que gobierna la federación, ha anunciado que impugnará constitucionalmente dicha ley y la Iglesia Católica ha reiterado que la homosexualidad es una “desviación y una falta moral” y ha llamado a los homosexuales a “dominar sus pasiones”, aunque ha tenido la delicadeza de prometer que “no los va a excomulgar”.
Más allá del sustrato homófobo que se percibe en esas reacciones, la mayoría de ellas pone el énfasis, no tanto en el amor homosexual propiamente dicho, sino en las implicaciones que para la sociedad civil podría tener la existencia de matrimonios y familias encabezados por parejas de un mismo sexo. No pocos, por ejemplo, están a favor del matrimonio gay, pero se oponen a que las parejas homosexuales posean derechos de adopción. El tema a debate, en buena medida, es la inevitable transformación de la institución matrimonial y familiar en sociedades multiculturales, como las que se arraigan en el siglo XXI.
Tema este, el del cambio matrimonial, desarrollado por Honoré de Balzac en su raro tratado Fisiología del matrimonio. Meditaciones de filosofía ecléctica relativa a la felicidad y desgracia de los casados, editado en México, en 1945, por la editorial Leyenda, e ilustrado por el pintor valenciano Enrique Climent, exiliado republicano. A Balzac, naturalmente, no le interesaba reconocer el derecho al matrimonio y a la familia de homosexuales, sino recomendar a los hombres la mejor manera de preservar el matrimonio ante la amenaza creciente del adulterio. De ahí que su fisiología estuviera concebida como un manual del arte militar –la primera parte se titulaba “De la defensa en el interior y en el exterior” y la segunda “De la guerra civil”- que se reducía, por lo general, a una serie de consejos misóginos.
Pero Balzac iniciaba su tratado con una observación trasladable a la defensa del matrimonio gay. Citaba entonces a su ídolo Napoleón, quien en una intervención ante el Consejo de Estado que discutía el Código Civil, habría afirmado que el “matrimonio no proviene de la naturaleza –la familia oriental difiere totalmente de la occidental. El hombre es el ministro de la naturaleza en la cual está contenida la sociedad -las leyes se hacen para las costumbres y las costumbres varían. El matrimonio es, pues, susceptible del perfeccionamiento gradual a que todas las cosas humanas parecen estar sometidas”.

2 comentarios:

  1. Interesante la manera de tratar el tema, Rafael, me gustaría leer más cosas tuyas, como intercambiar puntos de vista y comentarios. Yo tengo el Premio de Ensayo Centenario de La Edad de Oro, cuya primera parte se encuentra colocada en mi blog www.josancaballero.wordpress.com, bajo el nombre de ESE NIÑO DE LA EDAD DE ORO. Agradecería mucho compartir nuestros hallazgos e invenciones, saludos y un abrazo, Josán Caballero.

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  2. Los caminos de La Red semejan en mucho a los de El Azar en su contramundo real y me han traído hasta tu blog -¡nunca imagine que lo tuvieras!-, por sendero de enlaces peculiar que asocia a un expresidente norteamericano con la poesía, a esta con asuntos ecológicos y estos -por proximidad gráfica-, a tu observación sobre Balsac, Napoleón y ese asunto de los derechos civiles que invaden actualmente el tema siempre escandaloso de la sexualidad. Como Josán Caballero -autor del comentario anterior- admiro tu trabajo y esfuerzo por poner orden y dar coherencia útil a la gestión que hacemos de la información acumulada en "la memoria histórica", por lo general cubiertos de telarañas de emocionalidad partidista y/o intenciones de racionalidad económica personal no confesados. Pero a diferencia de él, no poseo ningúno de los libros que has escrito (por razones que no es necesario aclarar en este ya extenso comentario), pero suelo leer los artículos que publicas, cuando tropiezo con ellos, en mi hobby cotidiano matinal de saber qué pasa - Adentro y Afuera- de La Isla que nos vio nacer a ambos.

    ¿Porqué escribo estas líneas? Pues por ese impulso natural que tenemos los humanos de acercarnos y darnos a conocer a los que sentimos como seres afines -en este caso en la forma de pensar y acercarnos a los "lios de Cuba"-, razón por la cual, supongo, Jesús, aún en vida, se acercó a ti -¡o tu a él, no lo sé!-. Lástima que tales afinidades no coincidieran en Espacio y Tiempo cuando era posible. Y tal Encuentro tripartito ahora sólo es posible en El Más Allá. Raro, ¿verdad? Suerte, aunque no nos hayamos visto nunca, querido amigo. ¡Ah, también tengo un blog, pero pocos cibernautas pasan por allí. La galaxia "Crisis y Conocimiento" parece estar aún muy distante para las naves que abandonan este planeta en busca de nuevos lugares donde vivir.

    Lázaro Buría.

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