Libros del crepúsculo

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miércoles, 13 de enero de 2010

De los Ríos y Lenin

El 9 de enero, el eurodiputado socialdemócrata Luis Yáñez-Barnuevo dio a conocer en el diario español Público un artículo titulado “Cuba en el corazón”, en el que reaccionaba contra la expulsión que le aplicó el gobierno cubano. Yáñez asociaba su rechazo al régimen comunista de la isla con el que, en su momento, sintió Fernando de los Ríos, líder histórico del PSOE, por el comunismo soviético.
Recordaba entonces Yáñez el libro Mi viaje a la Rusia sovietista (1921), en el que De los Ríos contaba su visita a Rusia en 1920, como delegado de España a una reunión de la III Internacional. De los Ríos había sido partidario de que el PSOE se afiliara a dicha entidad, siempre y cuando pudiera elaborarse una visión de la realidad soviética de primera mano. El viaje de De los Ríos y de Daniel Anguiano a Moscú tuvo como objetivo fijar la posición oficial del PSOE frente al proyecto soviético.
El relato de De los Ríos no carece de fascinación ante el “experimento social” de los soviets. No le cabe duda al socialista español que Moscú marcará la historia del siglo XX y que sus avances económicos y sociales pueden llegar a ser importantes. Pero entre la llegada y la partida sus temores sobre las restricciones a derechos públicos de los ciudadanos rusos no hacen más que crecer.
De los Ríos da cuenta de sus intentos por tratar con los líderes soviéticos temas polémicos como la libertad de movimiento, la capacidad productiva de la pequeña propiedad agraria, la necesaria apertura de la prensa para reflejar intereses de las mayorías o la igualmente necesaria autonomía de los sindicatos. Zinoviev les pone mala cara a los españoles, Trotsky está demasiado ocupado y Bujarin es amable, pero ortodoxo.
Finalmente, De los Ríos logra entrevistarse con Lenin en su oficina del Kremlin. El socialista español va al grano: “¿cuándo podrá pasarse del actual período de transición a un régimen de plena libertad para sindicatos, prensa e individuos?”. La respuesta de Lenin es precisa: “nosotros nunca hemos hablado de libertad, sino de dictadura del proletariado”.
De los Ríos recuerda entonces sus lecturas de La crítica al programa de Gotha de Marx y de El Estado y la Revolución de Lenin y vuelve a la carga: “¿cuánto tiempo podría durar esa dictadura del proletariado?” Lenin responde que en Rusia, a diferencia de Alemania o Gran Bretaña, deberá durar más, unos cuarenta o cincuenta años, y concluye: “para nosotros el problema no es de libertad, pues respecto de ésta siempre preguntamos: ¿libertad para qué?”.
Luego de la conversación, De los Ríos trata de poner en orden sus ideas. Lenin, a su juicio, está colocándose más allá de Marx, en relación con los derechos individuales. En su comentario sobre el programa de Gotha, Marx entendía el periodo de transición al comunismo como parte del proceso de “desenvolvimiento completo del individuo”. En cambio, Lenin, en El Estado y la Revolución, llega a decir que los socialistas no deben “prometer” el advenimiento del comunismo.
Si el proyecto soviético, concluye De los Ríos, es una “dictadura del proletariado que debe existir en tanto no se consiga lo que no se puede prometer”, entonces los socialistas españoles no deben afiliarse a la III Internacional “¿Bajo qué régimen hay que vivir en tanto se llega a la meta de la organización comunista?”, es la pregunta “nudo” ¿Bajo el “despotismo ilustrado” de una “vanguardia” de la clase obrera, que controla toda la economía, la cultura y la expresión de un país?
A su regreso a Madrid, De los Ríos propuso la separación del PSOE de la III Internacional, mientras que Daniel Anguiano se mantuvo fiel a Moscú. Con el surgimiento del Partido Comunista Obrero Español (PCOE) se produjo en la península la escisión entre socialdemocracia y comunismo que, desde fines del siglo XIX, experimentaban las izquierdas europeas.

6 comentarios:

  1. feliciades por el blog, por el premio Polanco, por tus libros... felicidades por muchas cosas...
    gracias
    espero seguir leyendote y aprendiendo

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  2. Pero, al final que es la "libertad" del Liberalismo y de la "democracia", sino como en aquella famosa frase de Anatole France, que la desicion a dormir bajo un puente o en el parque.
    Lenin me parece que da una respuesta coherente. La libertad no tiene nada que ver con el "common". Es una especie, digamos, de ideologia de las cifras.

    G

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  3. Hola, Gerardo, claro que Lenin era coherente con su teoría de la "dictadura del proletariado" y con su idea de que mientras hubiera división del trabajo, clases, relaciones monetario-mercantiles, naciones, estados, es decir, capitalismo, no podía pensarse en una verdadera libertad individual. No creo, sin embargo, que la única concepción de la libertad que exista es la que llamas "liberal" o "democrática", ni creo que esa concepción, en su desarrollo actual, esté desligada del bien común, si es eso lo que entiendes por "common". La libertad de los antiguos y de los medievales, como probó Constant, estaba asociada a cuerpos y estamentos del viejo régimen, por lo que no era ajena al "common". La libertad que hoy defienden comunitaristas, multiculturalistas, algunos liberales sociales y muchos socialdemócratas, democristianos y socialistas democráticos, tampoco.

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  4. rafa, disculpa que este comentario no tenga que ver con este post, pero posiblemente te interese esta nota; también con respecto a la propuesta que hace la autora para buscar una definición del franquismo que no es la de la RAE: http://cosasdebaradeldia.blogspot.com/2010/01/por-una-definicion-democratica-del.html

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  5. Excelente post, pero me parece que idealizas a Marx. En el fondo, las semillas totalitarias del socialismo siempre estuvieron presentes en sus textos. A diferencia de cualquier concepción moderna de democracia liberal, las cuales parten del supuesto de que todo es negociable a excepción de ciertos derechos básicos, Marx no considera en ningún momento que los intereses de la burguesía sean legítimos. Para él la burguesía debe ser aniquilada y sus bienes apropiados en aras del "bien común" (definida, por supuesto, por los comunistas, los cuales evidentemente tendrán una visión maniquea de la historia).

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  6. Hola, Francisco, gracias por el comentario. Sí, es probable que idealice a Marx. Hay un lado liberal de Marx, que tiene que ver con su función de intelectual público, como crítico del absolutismo prusiano, de la censura editorial y de las supersticiones oficiales, defensor de la libertad de asociación y expresión y del Estado laico, que ha destacado en sus estudios Francis When. En ese aspecto y en otros más intelectuales, como el de las lecturas y escrituras, observo algunas diferencias entre Marx y Lenin, aunque éste último, naturalmente, también se opuso al absolutismo ruso. Tanto la historiografía marxista y comunista como la historiografía antimarxista y anticomunista no han querido ver esas diferencias, que pasan por el dato elemental de que Marx nunca llegó al poder. Por último, el tema de la "semilla totalitaria", desde el punto de vista de la historia intelectual, se presta a equívocos "genealógicos", también aplicables -salvando ciertas distancias- a la instrumentación de Nietzsche por el nazismo o de pensadores italianos y españoles del siglo XIX por el fascismo y falangismo.

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