Libros del crepúsculo

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viernes, 29 de abril de 2011

Fina, ensayista

El Premio Reina Sofía a la poeta Fina García Marruz honra el género más conocido de esta escritora cubana. Género, como ha observado su mejor estudioso –Jorge Luis Arcos-, practicado con una mezcla de virtuosismo y movilidad, de rara persistencia en la poesía cubana e hispanoamericana. Quisiera, sin embargo, recordar, en medio del agasajo a la poeta de Transfiguraciones de Jesús del Monte (1947), Las miradas perdidas (1951) y Habana del centro (1997), a la ensayista habanera.
Son muchos los ensayos admirables de Fina García Marruz, incluidos en volúmenes que hay que tener a la mano como Hablar de la poesía (1986) o Ensayos (2003). Ahí están, como pruebas de su peculiar ejercicio de la prosa -caracterizada por el salto de una referencia a otra, de una analogía a otra, sin perder el horizonte de la mirada- sus textos sobre Juan Ramón Jiménez, María Zambrano, José Martí o Samuel Feijóo o las especulaciones poéticas de “Lo exterior en la poesía” o “La poesía es un caracol nocturno”.
Hoy quisiera recordar, sin embargo, el magnífico ensayo sobre Francisco de Quevedo , editado en 2003 por el Fondo de Cultura Económica, en México. Como en sus estudios y los de su esposo, Cintio Vitier, sobre José Martí, el tema central de ese ensayo de Fina García Marruz es la tensión entre poesía, moral y política en Quevedo. Pero al tratar el viejo tema del desencuentro entre poética y política, García Marruz procede de manera contraria a sus estudios sobre Martí, es decir, afirmando dicho desencuentro y abandonando todo intento de solución integradora.
El “sentido” más misterioso y perdurable de la obra de Quevedo no se encuentra en sus “desvelos de político” o en sus “esfuerzos de moralista”, sino en su poesía o, más específicamente, en sus versos más conocidos como “mi cuerpo dejarán, no mi cuidado” o “serán ceniza, mas tendrá sentido” o “polvo serán, mas polvo enamorado”. García Marruz se las arregla, sin embargo, para desagregar los roles públicos y secretos de Quevedo, reconciliando a éste con quien, a su juicio, sería una de sus antípodas: José Martí



“Lo que selló Quevedo fue este encontrar un sentido a lo que parecía no tenerlo, que ya no pregunta a la vida -¡Ah de la vida!- que nada le responde, sino que sólo va a encontrar respuesta en esta final alianza del amor y la muerte. Saber que no abdica ni mendiga ante el final anonadamiento. Saber ya no proveniente de la gloria prometida, de la fe que la asegura, ni de la esperanza en que se funda, sino de la videncia y vivencia desvalida del amor mismo. Sentido éste más misterioso que el que pudo atisbar con sus desvelos el político, con sus esfuerzos el moralista, con sus cárceles el predicador. Atisbo ya incomunicable que sólo alcanza a vislumbrar el moribundo –esa mirada de la que dijo José Martí que era “cita y no despedida”-.

1 comentario:

  1. Rafa; Gracias por este hermoso homenaje a Fina García Marruz-poeta y crítico literario de excelencia--superior en muchos aspectos a los poetas de su generación.--Felicidades por el bien merecido premio!
    Jossianna

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