Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

sábado, 7 de mayo de 2011

De la selva al aula

Hace algunos días comentamos aquí el volumen que la madrileña editorial Akal dedicó a La declaración de independencia de Thomas Jefferson, prologado por Michael Hardt. Lo cierto es que ese volumen, vertido al español desde la edición newyorkina de Verso, forma parte de una serie de clásicos del pensamiento de la izquierda radical, impulsada por Akal y que tiene en Slavoj Zizek su más asiduo prologuista.
En la misma serie, Zizek presentó la compilación Sobre la práctica y la contradicción (2010) de Mao Tse Tung y la antología Virtud y terror (2011), que reúne los principales discursos de Robespierre ante la Convención. El propio Zizek , junto con Sebastián Budgen y Stathis Kouvelakis, compiló también el volumen Lenin reactivado (2010), en el que se intenta una suerte de resurrección de Lenin en el siglo XXI: un holograma vivo del líder bolchevique en medio de la globalización actual.
Habría que preguntarse si el relanzamiento de esta biblioteca de la izquierda radical, republicana (Jefferson y Robespierre) o comunista (Mao y Lenin), en un mundo globalmente regido por el mercado y la democracia, busca realmente la destrucción de dicho mundo. Por momentos se tiene la impresión de que esa literatura, tal y como la releen pensadores neomarxistas como Hardt y Zizek, no funciona como llamado a la acción sino como archivo ideológico de una izquierda académica.
Vale la pena regresar, entonces, a la sugerencia del poeta y crítico mexicano Gabriel Zaid en su siempre actual De los libros al poder (1988). Hasta los años 80 o 90 del pasado siglo, por lo menos, el marxismo, el leninismo, el maoísmo o el guevarismo fueron doctrinas que se movían de las aulas a las fábricas, los talleres, las montañas o las selvas, donde se practicaba la revolución. Ahora el movimiento parece ser a la inversa: de la selva al aula.
No como una forma de reiniciar el proceso ilustrado o pedagógico de la instrucción revolucionaria de las masas sino para quedarse allí, en el aula. El sujeto receptor del nuevo pensamiento de izquierda no es el obrero, el campesino, ni siquiera el estudiante revolucionario, sino el alumno o, más específicamente, el doctorando. La validez del neomarxismo contemporáneo se prueba en la vida académica de las ciencias sociales y, acaso, en la crítica cultural y el debate público.

1 comentario:

  1. Pero Rafael, tu critica presupone que existe una dicotomia entre "teoria" y "practica". Al menos desde el estructuralismo, este binario ha sido fuertemente cuestionado. En efecto, hacer una teoria de trinchera fue uno de los grandes errores de la historia de la izquierda en el siglo XX. Hacer teoria hoy es ya, por si mismo, una forma de hacer la practica y la accion, como ha dicho Agamben recientemente sobre sus amigos radicales del Partido Imaginario.

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