Libros del crepúsculo

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sábado, 12 de noviembre de 2011

Martí y los anarquistas de Chicago



Casi siempre que discutimos las relaciones del pensamiento de José Martí con el marxismo, remitimos a la nota necrológica sobre Marx enviada a La Nación  de Buenos Aires, en 1883, y al ensayo sobre La futura esclavitud de Herbert Spencer, que Martí escribió en 1884 para La América de Nueva York. Sin embargo, las más completas reflexiones de Martí sobre el movimiento obrero, que nunca entendió desde una perspectiva sectariamente marxista, se encuentran en la serie de artículos sobre las huelgas de 1886 en Estados Unidos, impulsadas por la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, una logia creada por Terence Powderly y otros republicanos católicos irlandeses en las principales ciudades del norte de la costa Este.
Llama la atención el escaso interés que los marxistas cubanos han mostrado por esos artículos de Martí para La Nación de Buenos Aires, que culminan con las crónicas sobre el proceso a los anarquistas de Chicago, entre septiembre de 1886 y noviembre de 1887. En el libro Siete enfoques marxistas sobre José Martí  (1978), por ejemplo, que reunió textos sobre Martí de Julio Antonio Mella, Juan Marinello, Raúl Roa, Blas Roca, Ernesto Guevara, Carlos Rafael Rodríguez y Armando Hart, apenas se mencionan y de pasada, en el artículo de Roca, la serie de más de cinco crónicas que el revolucionario cubano dedicó a este importante tema.
Lo primero que atrae a Martí de esa intensificación del movimiento obrero en Estados Unidos, en la primavera de 1886, es el espectáculo de la huelga. Martí describe fascinado cómo miles de obreros de Filadelfia, Nueva York, Boston y Chicago se ponen de acuerdo para dejar de trabajar y demandar, pacíficamente, aumentos salariales, jornadas de ocho horas y mejoras en las condiciones de vida de los trabajadores. Martí defiende las huelgas, resueltamente, pero piensa que las mismas son sólo un mecanismo, entre otros, dentro de una metodología de lucha pacífica impulsada por la orden de los Caballeros del Trabajo. En sus orígenes, advierte Martí, ni siquiera las huelgas eran bien vistas y se asumían como una opción extrema:

“Le entró en la orden de súbito un elemento distinto del que ha contribuido a su formación y prosperidad. La orden vio desde el principio que sólo en la educación reside la fuerza definitiva y fue ejerciendo influjo entre los obreros, ya que por el secreto de sus labores, ya por el exilio desusado que la superior cultura de sus miembros lograba dar a contiendas industriales en que los obreros habían sido antes vencidos. En vez de huelga, argumentos; en vez de amenaza, exposición, examen y arbitramiento. Los fabricantes veían a un obrero nuevo, firme y conocedor de sus derechos, y cedían el derecho a la sorpresa”.

Esa simpatía por los métodos de la orden de los Caballeros del Trabajo lleva  a Martí a trasmitir una visión bastante crítica de los anarquistas de Chicago, en su primera nota del 2 de septiembre de 1886. Ahí dice Martí que los siete anarquistas, de los cuales sólo uno es norteamericano, casado con “una mulata que no llora”, “han traído de Alemania el pecho cargado de odio” y “desde que llegaron se pusieron a preparar la manera mejor de destruir”. Martí da por sentado entonces que los huelguistas hicieron mal en fabricar bombas en sus casas y en detonarlas contra la policía que los reprimió.
En otra nota, sin embargo, la titulada “Un drama terrible”, del 13 de noviembre de 1887, Martí muestra mayor aprecio por los anarquistas, cuando son condenados a muerte. Ahí sostendrá que la apelación a la violencia entre los inmigrantes anarquistas tenía que ver con que en Alemania, a diferencia de Estados Unidos, la democracia era débil y el ejercicio del sufragio, reciente e incompleto. Esa falta de cultura política democrática, que los llevó a detonar las bombas, era la importación de métodos ajenos al movimiento obrero norteamericano. El retrato que hace Martí de Spies, Lingg, Engel, Schawb, Fischer, Neebe y Parsons, casado con la “apasionada mestiza en cuyo corazón caen como puñales los dolores de la gente obrera”, es, sin dudas, ennoblecedor.
 Al republicano cubano le molesta la caricatura que hace la prensa de derecha de los anarquistas, presentándolos como reencarnaciones de los jacobinos franceses. Rechaza esa trasposición del terror a Chicago y la “pintura” de los anarquistas como salvajes europeos, con los sótanos llenos de bombas, y de sus mujeres como “furias verdaderas, que derriten el plomo, como aquellas de París que arañaban la pared para dar cal con que hacer la pólvora a sus maridos”. Al final, Martí, crítico de la pena de muerte, se opone a las condenas a la horca de los anarquistas y defiende una política obrera preventiva, que evite la confrontación violenta con la patronal, más en la línea del sindicalismo socialdemócrata que en la del movimiento comunista:

“¿Quién que castiga crímenes, aun probados, no tiene en cuenta las circunstancias que los precipitan, las pasiones que los atenúan, y el móvil con que se cometen? Los pueblos, como los médicos, han de preferir prever la enfermedad, o curarla en sus raíces, a dejar que florezca en toda su pujanza, para combatir el mal desenvuelto por su propia culpa, con medios sangrientos y desesperados”.

7 comentarios:

  1. Rafa, analizo "Un drama terrible" en mi capítulo sobre Martí y otro aspecto interesante del juicio de los anarquistas y al que Martí le da importancia es al tema del lenguaje. Si por un lado, los anarquistas en la otra crónica presentan fielmente el legado de la vieja europa, al osar poner bombas y utilizar métodos "salvajes", en "Un drama terrible" el tema de la pena de muerte está acompañado por una crítica feroz a la idea del emigrante como ciudadano de segunda clase, aislado en su mundo lingüístico y cultural y todavía ajeno no solo a los modos de la ley que lo leen como sujeto, sino también a los lenguajes de legalidad que lo ajustician. Martí entonces conecta aquel llamado a la ley del que hablará Foucault con un tipo de llamado "ajustissement" que resulta clave en su crítica. Es interesante que en este momento, ya Martí ve las logias como "Los Caballeros del Trabajo" y otras formas de la masonería como "lenguajes ajenos" a los modos de sociabilidad del republicanismo que defiende.
    Abrazos, Jossianna

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  2. Es cierto, Jossianna, hay un gran contraste entre las dos crónicas y ese cambio tiene que ver con su percepción de la logia de "Los Caballeros del Trabajo". ¿Sabes de algún estudio reciente sobre esta organización y sus orígenes republicanos y católicos? Supongo que la relación de los primeros comunistas norteamericanos con la misma no haya sido fácil. Por otro lado, la imagen del inmigrante, como bien dices, es clave también en esas crónicas y en muchas de las que escribió Martí en Nueva York. He ahí otro gran tema: Martí y los inmigrantes. Cuando se haga un estudio exhaustivo sobre el mismo nos llevaremos algunas sorpresas. Saludos, R.

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  3. Rafa, ese es un tema bastante trillado, del se ha dicho todo bastante. Creo sin embargo que te equivocas cuando dices que los marxistas no le han prestado atención a estas crónicas. Antonio M Martínez Bello en 'Ideas sociales y económicas de José Martí' (1940) fue el primero que habla de ellas desde el punto de vista marxista. Después vendrían Fernández Retamar, José Cantón Navarro "Algunas ideas de José Martí en relación con la clase obrera y el socialismo" (1970) y otros.
    Sobre la percepción que nos puede causar "sorpresa" de los inmigrantes en estas y otras crónicas de Martí lee lo que dice Sebastiaan Faber en un ensayo, creo del 2001 y Georg Schwarzmann en 'Postcolonial perspectives" (2006).
    Te aclaro que estos son los nombres que me vienen a la mente ahora, pero hay otros.

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  4. Gracias por el comentario, "anónimo". Yo digo que los marxistas cubanos le "han prestado escasa atención", no que no le han prestado atención a este tema, que en modo alguno me parece trillado. Un estudio que retome todo lo que se ha escrito, en las últimas décadas en universidades de Estados Unidos, sobre la historia del movimiento obrero norteamericano a fines del siglo XIX, podría arrojar luz sobre esas crónicas de Martí.
    El libro "Ideas sociales y económicas de José Martí" (1940) de Antonio Martínez Bello, que prologó Andrés Piedra Bueno, es, en efecto, de lo mejor que se ha escrito en Cuba sobre Martí desde un punto de vista marxista. Pero ni ahí ni en Fernández Retamar -voy a buscar el texto de Cantón Navarro- encuentro, por ejemplo, una buena descripción de la logia los "Caballeros del Trabajo", de su papel en las huelgas de 1886, ni una reconstrucción más completa del proceso de los anarquistas de Chicago y su cobertura de prensa en Nueva York y otras ciudades de Estados Unidos. En sus crónicas para "La Nación" es evidente que Martí estaba polemizando con otros periódicos y otros cronistas norteamericanos, quiénes eran?, qué decían?.
    Por otro lado, si exceptuamos a Martínez Bello y, más recientemente, a Paul Estrade, habría que admitir que la mayoría de las aproximaciones marxistas a Martí intentan acercar a este último a posiciones comunistas, desdibujando sus claras simpatías por aquel obrerismo masónico o, incluso, por un tipo de sindicalismo que podríamos asociar al ala socialdemócrata de la Primera Internacional. No creo que sobre este tema "se haya dicho todo bastante", como Ud. afirma.

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  5. Rafa, yo me estoy refiriendo a las crónicas de Martí sobre los anarquistas de chicago, no a trabajos académicos sobre los “Caballeros del Trabajo”.
    Hay muchos que han escrito sobre el interés de Martí sobre los Caballeros del trabajo, pero no hay un ensayo dedicado al tema, ni mucho menos un libro. Simplemente forma parte de la discusión de estas crónicas.
    Cuando digo que es un tema trillado lo digo porque la discusión de estas crónicas suele hacerse desde un punto de vista maniqueo, “antes versus después” y a partir de ahí se toman posiciones ideológicas.
    Desde Martínez Bello los críticos “filo marxistas” se han inclinado por la crítica al sistema capitalista cuando lo hacen –con el trasfondo político que esto tiene en la Cuba de la revolución- y por los hierros que tienen, sus comentarios dejan mucho que desear.
    Pero estoy contigo en que se puede hacer mucho más con este tema (la cuestión obrera) al igual que otros en Martí, que nos ayude a entenderlo mejor o bajo una nueva perspectiva. Faber y Georg –entre otros- ya lo han hecho.
    El problema es muchos críticos repiten sin saber, sin haber leído, y creen dar una idea “novedosa” en sus ensayos o haber tratado estos temas por primera vez.
    Suerte con tu investigación. Espero que estas líneas te ayuden.

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  6. Querido Rafa;

    Sobre la logia, sólo sé lo que tú mencionas-fue importante para el movimiento obrero no sólo en Estados Unidos sino también alrededor del mundo..sospecho que los fundadores originales eran irlandeses-católicos, un dato interesante si pensamos que no sólo en el fin de siglo sino ya entrado el siglo veinte, va a ser este nacionalismo irlandés el que toque muchos movimientos nacionalistas en el Caribe y América Central, como el de Albizu Campos en PR, o el de Sandino, por ejemplo...
    Sobre el diálogo de Martí con autores y reporteros norteamericanos me es muy útil regresar al importante estudio de Laura Lomas "Translating Empire":José Martí, Migrant Latino Subjects and Transamerican Subjectivities."
    Saludos, Jossianna

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  7. El libro de Lomas es uno de los peores libros que se han escrito sobre Martí: lleno de lugares comunes, citas mal traducidas, barrabasadas al peor estilo “revolucionario”, en fin todo una joya de crítica liberal-marxista. Pero no me extraña que Jossiana lo llame “importante”. Hay tantos que cojean de esa pata en la academia… dios los cría y ellos se juntan

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