Libros del crepúsculo

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jueves, 13 de febrero de 2014

Capa en colores



La exposición Capa en Color, que se muestra actualmente en el International Center of Photography de Nueva York, capta el sentido más perdurable del proyecto visual del gran fotógrafo húngaro Robert Capa (1913-1954). Cuando se piensa en Capa, lo primero que viene a la mente es su fotografía de la Guerra Civil española y, en especial, “Muerte de un miliciano”, el escorzo del soldado que cae baleado, con su fusil en la mano derecha, en la cima de una colina.
En esta muestra está ese Capa, fotógrafo de soldados de la República española y de pilotos de la Fuerza aérea norteamericana, durante la Segunda Guerra Mundial. Pero hay otro Capa, el más rutinario aunque menos conocido, que es el de las fotos de la paz en la guerra, de los marineros boxeando en la cubierta de un acorazado, de los burgueses y los obreros europeos, las celebridades y los campesinos del Mediterráneo, la vida privada de Hemingway y Picasso, de Truman Capote y Peter Lore, de los sets de Welles y Rossellini, de Ana Magnani en Bellissima y de Ava Gardner en The Barefoot Contessa.
El Capa a color describe mejor que el de blanco y negro, el vertiginoso itinerario de ese artista de la mirada, entre los años 40 y 50. Un itinerario que deja como testimonio una estela de imágenes de todos los estratos de aquella Europa: magnates de Biarritz, Deauville y Roma y aldeanos noruegos, campesinas italianas y alta sociedad parisina y romana. Las fotos a color de Capa para las revistas Holiday, Look, Life, Ilustrated Ladies Home Journal o Colliers ofrecen un mapa de la subjetividad europea, en el tránsito de la guerra a la postguerra.
Como en todo viaje al corazón social de Europa, Capa, criatura del imperio austro-húngaro, no podía dejar de indagar en los confines de su mundo. El viaje a Marruecos y, sobre todo, el viaje a la URSS, en 1948, junto al escritor norteamericano John Steinbeck, con el fin de armar el gran reportaje literario y fotográfico que puede leerse en A Russian Journal (1948), son una evidencia de aquella exploración iconográfica en los lindes de Europa. Como apéndice de aquel viaje, Capa se desvió a Budapest, su ciudad natal, y envió a la revista Colliers un reportaje sobre la naciente Hungría comunista, que observamos como un ensayo autográfico.
Robert Capa vivió, en sus últimos años, de aquellas fotografías a color. Vino a morir, sin embargo, en blanco y negro. La muestra exhibe muy pocas fotos de su trabajo en Indochina, durante la guerra de 1954, que daría lugar a la larga y espantosa saga militar de Viet Nam, Laos y Cambodia. El glamour de la Postguerra, que Capa vivió intensamente en el Mediterráneo, comenzaba a empañarse con las bombas de la descolonización y la naciente Guerra Fría. Fue demasiado pronto para la vida de Capa, pero, justo a tiempo, para el retrato de una época.  

   

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