Libros del crepúsculo

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miércoles, 16 de junio de 2010

Católicos y comunistas

Hace algunos años la editorial Espuela de Plata, de Sevilla, recogió en un volumen la polémica que sostuvieron los poetas y ensayistas cubanos Gastón Baquero y Juan Marinello, a propósito del ensayo del primero “Tendencias de nuestra literatura”, incluido en el Anuario Cultural de Cuba, que editó la Dirección de Relaciones Culturales del Ministerio de Estado de la saliente primera presidencia de Fulgencio Batista, en 1944. El volumen se titula Polémica literaria entre Gastón Baquero y Juan Marinello (Sevilla, 2005) y apareció con prólogo del joven estudioso habanero Amauri Francisco Gutiérrez Coto.
El ensayo de Baquero era un repaso por la poesía y, en menor medida, el ensayo, publicados en el año 43, en Cuba. No es raro que Baquero concentrara su mirada en las revistas Nadie parecía, de José Lezama Lima y Ángel Gaztelu, Poeta, de Virgilio Piñera, y Clavileño, de Cintio Vitier, Eliseo Diego, Justo Rodríguez Santos y Luis Ortega. Pero también reseñó Baquero la curiosa revista Fray Junípero, que dirigió Emilio Ballagas y que sólo publicó dos números en aquel año de nuevas revistas literarias: 1943.
Naturalmente, buena parte de la poesía aparecida en esas revistas y reseñada por Baquero en el Anuario era escrita por poetas católicos. Pero no toda lo era. Baquero, por ejemplo, comentaba textos de Virgilio Piñera aparecidos en Poeta y el homenaje a Rubén Martínez Villena que publicó Ballagas en Fray Junípero. Tampoco había una propuesta explícita de Baquero en el sentido de que la literatura cubana o una de sus “tendencias” fueran católicas.
Los pocos ensayos que glosaba Baquero no se inscribían en aquel nacionalismo católico sino en la tradición liberal cubana: El sentido nacionalista del pensamiento de Saco de Raúl Lorenzo, Política de Martí y Raíz y altura de Antonio Maceo de Emeterio Santovenia, Autobiografía de Martí de Manuel Isidro Méndez y varios textos de Fernando Ortiz, Félix Lizaso, Jorge Mañach, Anita Arroyo, Rafael Soto Paz y otros intelectuales republicanos.
La respuesta de Marinello a Baquero, en el sexto número de Gaceta del Caribe, una publicación de 1944 impulsada por escritores comunistas (Nicolás Guillén, José Antonio Portuondo, Ángel Augier y Mirta Aguirre) reaccionaba contra una visión “oficial” que intentaba presentar “nuestra literatura”, es decir, la literatura cubana en 1943, como católica. Marinello protestaba por la exclusión de escritores comunistas, pero atribuía al ensayo de Baquero un catolicismo ideológico y estético que no se lee en el texto.

“Por la vía del preciosismo errático también se llega a Dios. Lo que prueba que a Dios se llega por los caminos más recónditos y extraviados. El Sr. Baquero cita Dios más veces que a un poeta de su grupo y no hay poeta de su grupo que no cite a Dios con frecuencia excesiva”. Más adelante, sin embargo, Marinello acotaba “citar a Dios no está mal y mucho menos creer en él. Si algo hay de respetable y delicado es el ámbito de la creencia religiosa”.

Quien esto escribía era un marxista, leninista y ateo, que en aquel momento era nada menos que Senador de la República por el Partido Socialista Popular. Un intelectual público con todas las de la ley, bajo una república burguesa, reconocido por su literatura y por su ideología. No deja de ser triste que Marinello y otros escritores comunistas de su generación, después de 1959, estuvieran dispuestos a realizar lo que tanto criticaron en sus pares liberales y católicos de la República: enfundar la nación en una ideología.
La polémica entre Marinello y Baquero tuvo resonancias en periódicos como Información y Siempre e involucró a varios de los aludidos -a Emilio Ballagas, por ejemplo, ¡a favor de Marinello, no de Baquero!- en la correspondencia privada. Era en esta última donde los polemistas daban rienda suelta a las pasiones que contenían en el debate público. A pesar de aquella contención, propia de una esfera pública moderna, Marinello fue injusto cuando afirmó, en el número sexto de Gaceta del Caribe, que las respuestas de Baquero en Información eran “una acumulación cuantiosa de calificativos groseros”.

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