Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

martes, 7 de septiembre de 2010

Croniquilla cordobesa

En la Feria del Libro de Córdoba, Argentina, las carpas repletas de libros se levantan en las cuatro aceras de la Plaza San Martín. Los cordobeses compran, venden y hasta leen libros, de pie, entre una mesa y la otra, editados por más de cincuenta impresoras locales. No hay banca de la plaza sin lector en estos días.
El monumento a San Martín, en medio de la plaza, mira hacia la catedral y el cabildo. Aunque el tono arquitectónico es neoclásico, los aires del barroco americano también se respiran aquí. A unas cuadras de la plaza está la blanca y pedregosa manzana jesuítica, una pequeña ciudad dentro de la ciudad, construida por la Compañía de Jesús en el siglo XVII.
El pedestal del monumento a San Martín está grabado con relieves de bronce, donde se escenifican cuatro episodios de la independencia de las antiguas provincias del virreinato del Río de la Plata: la batalla de San Lorenzo (1813), la “conferencia de Córdoba” (1816) entre San Martín y Pueyrredón, el paso de Los Andes (1817) y el “abrazo de Maipú” entre San Martín y O´Higgins, que consumó la independencia de Chile.
En 1950, cuando se cumplió el centenario de la muerte del Libertador, en el exilio francés, el gobierno peronista y el magisterio provincial fijó tarjas en el pedestal donde se leen frases como “San Martín, esta es la Argentina que tú soñaste”. Otro sueño realizado, a costa de la vigilia de los próceres latinoamericanos.
Cuando oscurece, las carpas de libros cierran y los cordobeses se desplazan hacia una de las alas de la plaza, bajo las patas delanteras del caballo de San Martín y de espaldas a la catedral y el cabildo. A las once de la noche, aunque el frío quema, comienza el tango y la milonga.
Bailan todos -los ancianos, los señores y también los jóvenes tatuados, con pelos largos y pintados de cualquier color- como si la tradición no fuera tradición, como si bailar un tango o una milonga fuera tan natural como tomarse un helado o leer una novela en el banco de la plaza.

2 comentarios:

  1. Cuando leo estas cosas me gustaría estar viviendo en Argentina

    ResponderEliminar
  2. Jossianna
    Qué hermosa crónica Rafa. Tiene un gusto a esas crónicas decimonónicas, aunque aquí leer de pie no causa disgusto, sino se transparenta más en el discurso del placer y el movimiento musical, muy similar al de aquellos que bailan en la plaza...

    ResponderEliminar