Libros del crepúsculo

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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Independencia y diversidad en México

La historiografía de la independencia de México ha acumulado algunos títulos referenciales desde mediados del siglo XX. Autores como Enrique Florescano, David Brading, Brian Hamnett, Francois Xavier Guerra o Eric Van Young, por mencionar sólo cinco, son ineludibles a la hora de dibujar el mapa de los estudios sobre el cambio social, económico y político generado por la fragmentación del imperio borbónico y la lucha de los novohispanos por su autonomía y su independencia. Entre los títulos que conforman ese nuevo linaje historiográfico, que transformó la visión contemporánea sobre aquel proceso, ocupa un lugar central El proceso ideológico de la revolución de Independencia (1953) de Luis Villoro.
El libro de Villoro proviene de una genealogía intelectual reconocible: la de la historia de las ideas impulsada por José Gaos, en los años 40, desde El Colegio de México y la UNAM. Dedicado a Leopoldo Zea, otro discípulo de Gaos que había publicado poco antes El positivismo en México (1945), el libro de Villoro, que en su primera edición se tituló La Revolución de Independencia, compartía con varias obras de aquella generación de discípulos de Gaos un moderado desplazamiento del campo referencial del maestro asturiano (Hegel, Heidegger, Husserl, Ortega) hacia el marxismo, el existencialismo, el psicoanálisis y otras corrientes de las ciencias sociales del medio siglo pasado.
La introducción de conceptos como “clase dominante” o “grupo hegemónico”, con las que Villoro complejizó, en la segunda edición, nociones como “clase europea” o “clase euro-criolla”, utilizadas en la primera, es ilustrativa de ese desplazamiento teórico e ideológico. Como ha advertido el joven historiador Alfredo Ávila, no es, precisamente, ese enfoque de clases, cuestionado por la historiografía reciente, el aporte más perdurable del libro de Villoro, ni la virtud que, luego de medio siglo, hace de El proceso ideológico una obra perfectamente ubicada en el catálogo de la historia intelectual contemporánea.
Si hubiera que definir esa virtud, en pocas palabras y descontando la fina erudición o la transparente prosa de Villoro, diríamos que consistió en pensar la revolución como un proceso paradójico. “Pocas revoluciones presentan, a primera vista, las paradojas que nos ofrece nuestra Guerra de Independencia”, era la frase inicial de aquel libro. Pero no habría que tomarse al pie de la letra la intención, declarada por Villoro más delante, de “disipar” las paradojas de la Revolución. Como toda experiencia de cambio, la separación de la monarquía católica no estuvo desprovista de vaivenes y oscilaciones, avances y retrocesos.
Frente a quienes imaginaron la independencia como un evento unilateral y teleológico, como epifenómeno novohispano de la Revolución Francesa o como contrarrevolución antiliberal que, por el rechazo de Fernando VII a aceptar el trono del Imperio de la América Septentrional, desemboca, en 1821, en una ruptura con España, Villoro opuso una mirada plural a las ideas enfrentadas en aquella década convulsa. La lucha pacífica o violenta por la autonomía o la independencia de los novohispanos, desde 1808, decía, estuvo marcada por actitudes contradictorias como la “marcha hacia el origen” o el “salto a la libertad”, el “instantaneísmo” y la “anarquía”, el “preterismo” o el “futurismo”.
Villoro fue uno de los primeros en documentar el peso de corrientes doctrinales como la neoescolástica española (Suárez, Vitoria…), el derecho natural y de gentes de los Países Bajos (Grocio, Pufendorf…) o la Ilustración italiana (Filangieri, Beccaria…) en el pensamiento de los autonomistas e independentistas novohispanos. Hasta entonces, buena parte de la historia de las ideas mexicana y latinoamericana intentaba explicar la introducción del gobierno representativo como consecuencia exclusiva de la difusión de la Ilustración y el jusnaturalismo británico y francés (Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau…), entendidos como únicas vías de acceso al liberalismo decimonónico.
Esta pluralización de las fuentes intelectuales del proceso político de la autonomía y la independencia novohispanas, entre los proyectos del Ayuntamiento y la Audiencia de la ciudad de México, en 1808, hasta los Tratados de Córdoba y el Plan de Iguala, en 1821, pasando, naturalmente, por la Constitución de Cádiz, las campañas de Hidalgo y Morelos y la Constitución de Apatzingán, le permitió a Villoro entender aquella década como un laboratorio de ideas. No hubo una sino varias maneras de concebir la soberanía del reino novohispano, las cuales se enfrentaron por medio de las ideas o de las armas, de viejos y nuevos modelos constitucionales.
Cuando Villoro entregó su manuscrito a la imprenta, en noviembre de 1951, la historia de las ideas era muy diferente a la historia intelectual de nuestros días. Entonces los historiadores le daban menos importancia a las instituciones y a los sujetos que encarnaban las ideas, pero, a la vez, se detenían más en la reconstrucción del repertorio ideológico de los actores del pasado. Villoro fue capaz de dibujar el mapa plural de las ideologías enfrentadas en aquel conflicto, sin ocultar, tras los significantes doctrinales, el rostro de los protagonistas de la guerra. Es por ello que su libro sigue leyéndose y estudiándose, hoy, como un clásico contemporáneo.

3 comentarios:

  1. De gran interés.
    Me permito Rafael Rojas, si le es posible o a sus lectores, como estoy mirando de cerca la cuestión "revolucionaria" y la palabra "revolución" en Iberoamérica , si puede o pueden señalarme alguna bibliografía sobre el tema.
    Me permito esta solicitación pensando en "El proceso ideológico de la revolución de Independencia" (1953) de Luis Villoro, donde la palabra "revolución" aparece como enmarcada.

    “Pocas revoluciones presentan, a primera vista, las paradojas que nos ofrece nuestra Guerra de Independencia”. Aquí la revolución aparece como un a priori, la Guerra de Independencia se presenta, de antemano, como una revolución. Es esto lo que me interesa: ¿por qué considerar que la guerra de Independencia es una revolución? ¿por qué la palabra revolución aparece constantemente en el vocabulario iberoamericano? Etc y etc.
    Gracias mil, un saludo

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  2. Cree usted que Mé(x)ico es realmente independiente? Yo pensé que usted era un intelectual serio. Vaya, sorpresa!

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  3. El último anónimo no leyó el artículo ya que Rojas no habla de la independencia de México hoy sino de la guerra de independencia de hace dos siglos y la diversidad ideológica que la acompañó.

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