Libros del crepúsculo

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miércoles, 4 de enero de 2012

La mentalidad reaccionaria

En The New York Review of Books, Mark Lilla reseña con ambivalencia The Reactionary Mind. Conservatism from Edmund Burke to Sarah Palin (Oxford University Press, 2011) de Corey Robin. Le sigue pareciendo válida la definición de identidades doctrinales conservadoras o liberales o de izquierda y derecha en Estados Unidos y agradece algunos perfiles de pensadores de derecha como Ayn Rand, Barry Goldwater o Justice Antonin Scalia, de disidentes que giraron a la izquierda como John Gray y Edward Luttwak y hasta filósofos clásicos de la modernidad como Thomas Hobbes. Pero le inquietan esas genealogías transhistóricas, proclives a la caricatura y el maniqueísmo, que hacen desembocar un linaje eminente, fundado por Edmund Burke, pensador refinado y escritor transparente, whig irlandés, crítico de la Revolución Francesa pero admirador de la Revolución Americana, en Sarah Palin.
Podríamos decir, desde nuestra orilla, que esas invenciones de tradiciones se vuelven más forzadas aún, sobre todo cuando se trasladan a otros contextos nacionales y globales. Lo que es izquierda en unos países es derecha en otros y lo que es derecha nacional a veces puede ser izquierda global. En América Latina, por ejemplo, existen desde hace décadas izquierdas en el poder con elementos de mentalidad reaccionaria -nacionalismo, populismo, autoritarismo, religiosidad, orden...-, como los que describe Corey Robin, a las que se enfrentan derechas, centros y también izquierdas democráticas con más de una sintonía con la tradición liberal anglosajona y norteamericana. Un argumento que enlaza a no pocos caudillos de la izquierda latinoamericana con la tradición conservadora es que sus pueblos necesitan gobiernos fuertes, que interpreten su voluntad, porque en democracia las masas se desorientan y pueden ser manipuladas por el enemigo.

1 comentario:

  1. Ariel Perez Lazo4 de enero de 2012, 7:41

    Hola Rafael:

    Esa comparacion entre Burke y la Palin me hizo recordar otra que irritaba a Nietzsche en El crepusculo de los idolos: Schopenhauer y Hartmann. Tengo un post en mi blog sobre el liberalismo clasico que me gustaria pudiera leer. Saludos.

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