Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

sábado, 21 de enero de 2012

¿Novelista o propagandista de la novela?

El ego revuelto del escritor francés Michel Houellebecq andará de plácemes estos días. En Nueva York, ciudad que inspira buena parte de la estética globalizadora y tecnofílica de sus novelas y, en especial, de la más reciente, El mapa y el territorio, está siendo leído con forcejeo. Nueva York puede ser tan cosmopolita como provinciana, sobre todo, cuando por el medio hay ciertas visiones europeas o, más específicamente francesas, del mito newyorkino. 
A la nota aparecida hace una semana en The New York Times Book Review, en la que Judith Shulevitz comenta El mapa y el territorio con tantos elogios como críticas (pastoral de la alta teconología, pero también remedo de thriller americano de tercera, prosa cruda y lírica, pero también caricaturas del arte contemporáneo, sobre todo, de Jeff Koons y Damien Hirsch) se suma ahora la dura reseña de James Wood en The New Yorker.
Wood dice cosas atendibles, pero la contraposición entre Houellebecq y D. H. Lawrence, que reitera el tópico de la distinción entre una pornografía buena y otra mala, me parece que habla más del tradicionalismo de Wood que de la decadencia de Houellebecq. Aún así, Wood le concede a El mapa y el territorio mayor riqueza estilística que novelas anteriores del mismo autor:

"Is Michel Houellebecq really a novelist, or is he just a novelizing propagandist? Though is thought can be slapdash and hasty, its is at least earnest, intensely argued, and occasionally thrilling in its leaps and transitions. (At times, he resembles the theorist Slavoj Zizek, who is all wattage and not enough light). But formal structures that are asked to dramatize these ideas -the escenes, characters, dialogue, and so on- are generally flimsy and diagrammatic... In this respect, "The Map and the Territory" is undeniably richer than any of Houellebecq's previous works".

3 comentarios:

  1. Sorry, pero "novelizing propagandist" no signifca "propagandista de la novela". Es más, ni siquiera se acerca a eso. Si fuera a traducir ese concepto (que no entiendo mucho de todas formas), sería algo así como "propagandista novelador". Pero allá tú.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por la corrección pero no es mi intención traducir esa frase de Wood en el título del post. Este último, en cambio, sí intenta captar el sentido de la crítica de Wood. Por otra parte, en dependencia de lo se entienda por la preposición "de", la traducción sería aproximada. Un propagandista de la novela podría ser, también, un propagandista novelizador, en la medida que no hace propaganda le novela como género sino que hace propaganda del sexo y ciertas ideas a través de la novela. Creo que es eso lo que trata de decir Wood, con lo cual no estoy de acuerdo. Podría decirse, por tanto que, a juicio de Wood, Houellebecq es un propagandista de la novela de la misma manera que alguien decía recientemente que Eduardo Galeano es un "bolerista del ensayo".

    ResponderEliminar
  3. Rafael: hace apenas unos días "re-descubrí" tu bitácora, lo que me ha dado harto gusto pero a la vez harto trabajo pues no he terminado de leer las más de 300 entradas (unas mejores que otras) que lleva. ¡Enhorabuena y gracias por compartir tus ideas!
    Hubiese querido comenzar a dialogar contigo y tus lectores a partir de algún comentario en otra entrada. Sin embargo, la templanza de las pasiones propias de un domingo casero se vio interrumpida por la mención a Houellebecq en tus páginas, autor con el que tengo una relación pasional de amor/odio, aunque no demasiado importante como la que me provocan otras lecturas: la prosa de las contadas novelas que le he leído a veces me atrapa, lo mismo que -he de confesarlo- cierta morbosidad por algunos temas. Pero sus soluciones narrativas y -finalmente de acuerdo con Wood y con tu interpretación-, sus tendencias apologéticas de "ciertas ideas" -a pesar del violento final de Plataforma, no hay una toma clara de postura ni política ni ética ni estética (el menos en esto podría él aprender de Bataille) respecto al turismo sexual de los occidentales en el sudoeste asiático-, llegan a producirme horror sobre todo por la contundencia de su prosa fácil.
    ¿Qué opinas tú de la novela? Al menos, la posibilidad de encontrar alguna reflexión inteligente (por más decadente que sea) respecto al arte conceptual contemporáneo, sería para mí interesante. Sobre todo porque hacer una caricatura de Koons resulta harto difícil, teniendo en cuenta sobre todo que él mismo se dedicó a caricaturizarse en la mejor expresión del clown-artist norteamericano (que empieza por John Cage). ¿Vale la pena dedicar un fin de semana a su lectura?
    Te saludo desde La Orilla.

    ResponderEliminar