Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

jueves, 27 de mayo de 2010

La trilogía de Gracia

El historiador y ensayista Jordi Gracia (Barcelona, 1965) ha escrito para la editorial Anagrama tres volúmenes de obligada consulta entre quienes se interesan por la vida intelectual de la Segunda República, la guerra civil, el franquismo y el exilio peninsulares. Un largo periodo de cinco décadas de la historia de España, marcado por la polarización ideológica y política de esa sociedad, que bajo la mirada de Gracia abandona la fácil visión maniquea y recupera su constitutiva pluralidad.
El primero de aquellos libros, Estado y cultura. El despertar de una conciencia crítica bajo el franquismo, se publicó, inicialmente, en 1996 y fue rescatado hace algunos años por Anagrama. El segundo, La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en España (2004), ganó el Premio Anagrama de Ensayo y el Premio Internacional de Ensayo Caballero Bonald en 2005. Este año ha aparecido A la intemperie. Exilio y cultura en España (2010), también en Anagrama.
No es raro que Gracia haya dedicado el más reconocido de sus libros, La resistencia silenciosa, a Javier Cercas. A través del ensayo, Gracia avanza por el mismo camino de Cercas con sus ficciones reales. Ambos pertenecen a la generación que llega a la madurez con la consolidación de la democracia española y con las transiciones en Europa del Este y América Latina. Las izquierdas comunistas y las derechas fascistas son, para ellos, modalidades del pasado ideológico. De ahí que puedan observarlas desde una lúcida distancia.
Los libros de Gracia tienen la virtud de no continuar la guerra civil por medio de la memoria intelectual. Si bien es notable su familiaridad dentro del legado republicano, tampoco ignora la valiosa obra de intelectuales nacionalistas, falangistas, franquistas o republicanos que no se exiliaron como Camilo José Cela, Rafael Sánchez Mazas, Dionisio Ridruejo –a quien ha dedicado una monografía-, Pedro Laín Entralgo, Gonzalo Torrente Ballester, Julián Marías o José Luis Aranguren.
En A la intemperie, Gracia recuerda que algunos de esos letrados que se quedaron en la España de Franco intentaron crear redes de contacto y reconocimiento con el exilio, desde mediados de la década de los 50. Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, María Zambrano, Max Aub, Josep Ferrater Mora, José Gaos y otros exiliados fueron defendidos o reseñados por no pocos escritores y pensadores que permanecieron en la península. Esos contactos no se limitaban a la literatura poética o de ficción sino que incluían, también, esferas tan cercanas a la ideología como el pensamiento filosófico e histórico.
La historia de esas redes, que permitiría una mejor comprensión del tipo de autoritarismo poroso que fue el franquismo, ayuda a reconstruir las claves de la transición democrática. Gracia, sin embargo, no es un pacificador de la memoria o un historiador imparcial, que oculta o lava el pasado autoritario de uno u otro bando. Su mirada es, más bien, la de quien pondera con mayor flexibilidad ambos legados porque se asume como un sujeto posterior al conflicto. Gracia no es un sobreviviente, un heredero o un testigo: es, simplemente, quien narra desde el futuro.

5 comentarios:

  1. "Gracia no es un sobreviviente, un heredero o un testigo: es, simplemente, quien narra desde el futuro."

    ¿Un sujeto neutro? ¿Alguien que habla desde la neutralidad? ¿Es esto lo que ha querido decir, en realidad, Rafael Rojas?
    Hablar desde el futuro puede resultar menos problemático y más confortable que hablar desde el presente, sobre todo si el sujeto que habla no ha heredado nada, ni vivido nada, ni atestigua de nada de lo que habla. ¿Un sujeto neutro, con un lenguaje neutro? ¿Un presente neutralizado?

    Les recuerdo que la historia del presente la llamaba Foucault “genealogía”, un concepto que tomó prestado de Nietzsche. La pregunta para Cuba, y no solamente para ella, sería: ¿Qué estamos viviendo hoy? O sea, una historia del día de hoy, más que de la noche hegeliana del futuro. Una lechuza del alba del mañana, mas bien que del crepúsculo.

    Como siempre le envío mis respetos estimado Rafael Rojas.

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  2. No, Sito, no es neutro, ni es imparcial, ni pacifica o domestica la memoria. Es posterior y por ser posterior piensa y narra el pasado desde el futuro del conflicto. Un sobreviviente, un heredero o un testigo no habría podido valorar, con tanta hospitalidad, la literatura y el pensamiento de ambos lados: el de los republicanos y exiliados y el de los nacionalistas y falangistas.
    En cuanto a Cuba, el caso es diferente. Su sistema político es totalitario, no autoritario como el franquista. Allí la transición democrática no ha comenzado y ni siquiera esas redes culturales entre el adentro y el afuera, que describe Gracia, han sido creadas.

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  3. Entiendo (eso espero) el porqué de su post. Lo sintetiza muy bien en su respuesta a mi comentario. Y en esto estoy en acuerdo con usted sobre una historia crepuscular, de la noche, cuando el día desaparece dejando sus huellas.
    Sin embargo, y aquí me permito echar una ojeada por encima del hombro, me importa en grado supremo la historia del presente, la que empieza con el alba, esa que necesita en primer lugar Cuba. Y, claro, la historia del presente y la actualidad no es en absoluto la misma cosa, es todo lo contrario.

    Casi noto en su post- siempre mirando por encima del hombro- además de una posible neutralización del presente, una posible neutralización de las posiciones. La ponderación de la que habla, esa del sujeto de la historia tomando su distancia de los acontecimientos, no sé hasta que grado me parece una ilusión y una neutralización destinada a apaciguar las aguas tempestuosas de una historia que no pasa.

    Si se hiciera una historia del presente, genealógica, del caso cubano, podríamos ver como las redes culturales entre el adentro y el afuera no han sido creadas sencillamente porque en el caso de estos sujetos culturales, el adentro y el afuera es el mismo. Por lo tanto, no puede haber porosidad en el caso cubano, ya que solo existe una sola red. El totalitarismo cubano se construyó gracias a la red cultural, y hasta el día de hoy, esa red cultural no ha cortado todavía sus antiguos, cercanos o recientes lazos, ya sean manifiestos o latentes. Es aquí donde una historia del presente seria útil, y hasta sospecho que Cabrera Infante en el texto de su obra póstuma es lo que quiso desentramar. ¿Cabrera Infante no fue él mismo uno de esos constructores? Decir esto no es levantar un acto de acusación, es señalar que todos los actores culturales cubanos están comprometidos por el castrismo. En España no fue la red cultural la que construyó el franquismo, al contrario. En Cuba fue la red cultural la que lo construyó, lo desarrolló, lo protegió, lo extendió etc y etc. La historia del totalitarismo cubano es la historia de la red cultural cubana. La historia de este presente valdría la pena hacerla.

    Hace falta quizás que varias generaciones culturales desaparezcan, estas que durante 50 años han construido con paciencia y meticulosidad el muro del totalitarismo cubano. Es aquí donde estoy en sintonía con usted, entonces sí, podremos observar el horizonte crepuscular "desde una lúcida distancia".

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  4. Qué interesante, señores.
    Rafa, tu post ha sido pie de un maravilloso análisis. Yo creo, como Sito, que en el caso de la cultura cubana, se necesitan generacionessss.

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  5. me encantan los libros

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