Libros del crepúsculo

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viernes, 19 de septiembre de 2014

Alejo Carpentier, crítico de la "hispanidad" y el "nuestroamericanismo"

Quien lea con cuidado los ensayos de Juan Marinello entre los años 40 y 50 percibirá un tic
-todos los ensayistas tenemos uno o más de uno- que consiste en remitir buena parte de la producción cultural que le interesaba al Siglo de Oro. Hijo de inmigrantes catalanes, Marinello fue un comunista que apeló al discurso de una "hispanidad" o una "españolidad", que veía fijada en Cervantes y Lope, el Amadís de Gaula, el Arcipreste de Hita y hasta el Cid Campeador. Esa "voz de la sangre" la encuentra lo mismo en José Martí, en Rubén Darío o en Nicolás Guillén que en Federico García Lorca, Miguel Hernández o Pablo Picasso. A pesar de sus exilios en México y de su admiración por el muralismo y la novela de la Revolución Mexicana, el tópico de la "hispanidad", en Marinello, pesa más que el del latinoamericanismo, aunque éste último tampoco está ausente en su obra.
Entre los 60 y 70, sin embargo, Marinello y otros marxistas prerrevolucionarios, como Mirta Aguirre, que cambia a Cervantes por Sor Juana, abandonan o aligeran el discurso de la hispanidad, por medio de una inmersión en temas latinoamericanos y caribeños y de una apuesta por la literatura de Europa del Este. El reencuentro de Marinello con Alejo Carpentier, su amigo de los años 20 y 30, primero en La Habana y luego en París, a quien él y otros críticos marxistas colocarán, junto a Nicolás Guillén, como cumbre de la literatura cubana, será fundamental para ese abandono tardío del enunciado de "lo hispánico". Carpentier, por ejemplo, en 1961, siendo Vicepresidente de la UNEAC, da un discurso en el primer Congreso de esa institución, donde llama a asumir plenamente la cultura de Europa de Este y dejar a un lado los "burladeros" del "nuestroamericanismo" y la "hispanidad":

"Y es entonces cuando resurge, con un falso barniz de novedad, con un sentido aparentemente modificado, el "nuestroamericanismo" retórico de quienes nada habían hecho, antaño, por sacarlo de lo retórico… Para desentenderse de una tremendísima realidad que se está afirmando al Este de Europa, comienzan algunos a hablar del porvenir de "Nuestra América" con lenguaje de magos y profetas, dando por mucho más inmediato, más próximo, lo que daban todavía por remoto los soñadores de comienzos del siglo. "Algo" va a ocurrir muy pronto. "Algo" cuya índole no se conoce aún. Pero se trata de un suceso inminente y misterioso que, por el mero genio de la raza, por su "latinidad"…, habrá de transformar la faz del Continente… Y debe señalarse algo sumamente importante: todas las revistas publicadas en Estados Unidos, en nuestro idioma, para uso de los lectores latinoamericanos, no han cesado de alentar el "nuestroamericanismo" a que me refiero. No el concepto que de "Nuestra América" tenía un Martí, desde luego, sino el "nuestroamericanismo" vagamente apocalíptico, impreciso, proyectado hacia un futuro sine die, apoyado en referencias amañadamente bolivarianas, que aún cultivan, en nuestro continente, quienes rehúyen la perspectiva de un comprometimiento cada vez más ineludible".

Y agrega:

"Otro burladero inventado por quienes se niegan a encararse con el Gran Dilema -y se refiere, por supuesto, a la alternativa entre capitalismo y comunismo- es el de la hispanidad. No crean que son poco numerosos. Son muchos, y si bien no tienen la ingenuidad de invocar ciertos textos de Giménez Caballero para defender su posición, han encontrado sus biblias donde menos puede imaginarse. Según ellos, la comunidad en el idioma habrá de crearnos un destino particular en el planeta, ajeno a las leyes económicas que rigen el mundo moderno. El hecho de haber recibido El Quijote  en patrimonio, de poseer un folklore que mucho debe al canto y a la poesía populares de España, de entender a Quevedo y de amar a Góngora, ha de bastarnos para llevar nuestra historia por caminos negados a continente donde reina la confusión de lenguas. Laboriosamente trabajan los defensores de la "hispanidad" -y donde menos trabajan, acaso, es en un Madrid que ha dejado, desde hace tiempo, de creer en sí mismo".

1 comentario:

  1. Ni mandado a buscar, pues en estos días ha habido gran debate en mi departamento de Hispanic Studies porque un grupo pretende crear una actividad obligatoria que se denomina "La mesa española". Me he sentido muy ofendido, porque además los estudiantes latinoamericanos acá somos minoría. Las políticas de adscripción intelectual en la academia de América Latina continúan siendo un desafío anticolonial.

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