Libros del crepúsculo

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martes, 18 de noviembre de 2014

El presidente Dorticós y la trama oculta del comunismo en Cuba

Osvaldo Dorticós, presidente de Cuba durante los primeros diecisiete años del gobierno revolucionario, aunque bajo el poder real de un Primer Ministro autorizado a "dirigir" el país y sin contrapeso legislativo alguno, es una figura desdibujada en los estudios cubanos. La equivocada identidad entre Revolución, fidelismo o castrismo, en la opinión pública de la isla o el exilio y en los estudios cubanos de ambos lados, ha impedido una comprensión mejor de la arquitectura de la entonces llamada "transición socialista". Además de Dorticós, Ernesto Che Guevara, Raúl Castro, Carlos Rafael Rodríguez, Armando Hart y Antonio Núñez Jiménez, serían algunos de los artífices de ese tránsito.
Dorticós fue el único miembro del Partido Socialista Popular que formó parte del primer gobierno revolucionario, como Ministro Encargado de la Ponencia y Estudio de las Leyes Revolucionarias. Luego del ataque público de Fidel Castro contra Urrutia, que motivó la renuncia de éste en julio de 1959, la jefatura máxima del gobierno debatió si era conveniente entregar la presidencia al ex primer ministro, Miró Cardona, pero finalmente se decidió por Dorticós. La elección demostró ser adecuada para los objetivos del gobierno en los meses siguientes. Luego de las nacionalizaciones de mediados del 60, que en tres meses pusieron el 80% de la economía cubana bajo control del Estado, Dorticós fue uno de los primeros en ofrecer una explicación y un relato de la radicalización comunista del gobierno.
Una fuente clave donde leer la justificación teórica e histórica de aquel giro al comunismo, entre 1960 y 1961, que a principios de este año había provocado, naturalmente, la ruptura de relaciones con Estados Unidos, es la revista Cuba socialista. Desde 1960, dirigentes del PSP, como Carlos Rafael Rodríguez y Aníbal Escalante, comenzaron a publicar análisis que caracterizaban lo que sucedía en Cuba como un "tránsito socialista" o como la entrada de la Revolución en su "fase socialista". Lo que hicieron Castro, Hart, Núñez Jiménez y otros dirigentes, a partir de abril de 1961, fue, en buena medida, importar esa argumentación en los círculos no comunistas del Movimiento 26 de Julio.
Quedaba, sin embargo, el antecedente incómodo de todas las declaraciones anticomunistas del propio Castro, desde los tiempos del Moncada y que, entre 1957 y 1959, se habían intensificado en su permanente contacto con la prensa de Estados Unidos, especialmente, con la de Nueva York. Fue entonces que se fabricó la tesis de que Fidel Castro y sus seguidores más cercanos, en el Movimiento 26 de Julio, eran marxista-leninistas desde antes del asalto al cuartel Moncada, pero que ocultaron sus objetivos por el anticomunismo reinante en la opinión pública de la isla. Osvaldo Dorticós fue uno de los primeros en formular esa tesis, que en 1975 se naturalizó en la documentación programática del Partido Comunista de Cuba.
Pero la tesis de una minoría comunista, de nuevo tipo, que oculta su finalidad para llegar al poder y que coincide, por cierto, con el discurso oficial del régimen de Batista desde 1953, llevaba aparejada otra, sobre la incapacidad del pueblo cubano para asimilar las ideas marxistas. Ese pueblo estaba apto comprender el "tránsito socialista" como un hecho consumado, pero no para traducirlo doctrinalmente como voluntad general. No creo que antes -o después- se haya producido una idea tan clara de la Revolución Cubana como un proceso de adoctrinamiento de las masas a través de los hechos, similar al despertar de un sueño. En junio de 1961, dos meses después de la declaración del carácter "socialista" de la Revolución, esto decía Dorticós:

"En efecto, para gran parte de nuestra población -digámoslo con absoluta franqueza- aún para gran parte de nuestros trabajadores, las ideas socialistas, que son las ideas revolucionarias de la actual época histórica, solo por el nombre asustaban. La gran propaganda tradicional, totalizadora, de que habíamos sido víctimas, esa gran conjura de la mentira que el imperialismo había impuesto en nuestro país, impedía, inclusive, que aquellos que nada tenían que perder con una Revolución de naturaleza socialista, y tenían todo por ganar, tuvieran hasta cierto punto temor y muchos prejuicios frente a la palabra, frente al término y frente a la calificación, no frente a los hechos. Tan es así, que los hechos ocurrieron en Cuba, se nacionalizaron las industrias, se nacionalizó la banca, se estableció el monopolio estatal del comercio exterior, es decir, se socializó la parte principal de nuestra economía, y el pueblo y la clase trabajadora entera aplaudió aquella transformación. El pueblo se solidarizó con esa transformación revolucionaria de nuestra economía, y un buen día descubrió o confirmó que eso que aplaudía, era una Revolución socialista".


1 comentario:

  1. "Fue entonces que se fabricá la tesis...." ¿Puedes precisar?

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