Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

martes, 27 de octubre de 2009

Voluntad de escritura


En post anterior mencionamos al escritor hispano-mexicano, Max Aub (1903-1972), como uno de los socialistas españoles rehabilitados póstumamente por el PSOE. Desde el pasado centenario de Aub varias editoriales mexicanas y españolas se han propuesto rescatar la extensa obra de este exiliado perpetuo. Aub nació en París, de padre alemán y madre francesa, vivió su adolescencia y juventud en España y su adultez, como exiliado republicano, en México, donde murió.
Poeta, dramaturgo, novelista, ensayista, pintor y cineasta, Aub hizo de su exilio en México una entrega febril a la escritura. En los treinta años que van de su llegada a Veracruz a su muerte, escribió, aparte de las siete novelas que conforman la serie El laberinto mágico, sobre la Guerra Civil, cuatro novelas más, siete libros de cuento, seis de teatro, cinco de poemas, cuatro de ensayo y dos diarios, además de la autobiografía La gallina ciega (1971). La suma de los libros de Aub da a más de uno por año, lo que convierte su exilio en la sobrevida de quien rinde testimonio.
La vida de Aub fue tan intensa y cambiante –tal vez las tres décadas del exilio mexicano fueron el periodo más estable- que sus libros parecen escritos por diferentes autores. Poco tiene que ver el mundo plácido y doméstico de Los poemas cotidianos (1925), que apareció en la imprenta Omega de Barcelona, prologado por Enrique Díez Canedo, con los versos angustiosos y turbios del Diario de Djelfa (1944), donde narró su estancia de dos años en un campo de concentración argelino.
Al primero de esos cuadernos, que lo colocaron de cuerpo entero en la generación del 27, pertenecen los versos de un poema en que Aub contrapone, a la lluvia de la intemperie, el calor del hogar valenciano. No es difícil imaginar la vida de Aub como la permanente búsqueda de ese hogar perdido, como el forcejeo con una intemperie lluviosa, de “eterno luto”, que mojaba al soldado en la guerra, al desterrado en la cubierta de los barcos y al prisionero en el campo de concentración:


Y fíjate y escucha

cómo Mamá arregla

tu cuarto, oye el ruido

de un armario, mira

… rumor de telas

crujir de sayas;

¿oyes en la cocina

el repiqueteo?

la vajilla, la loza

la porcelana.

Y ronronea el gato,

le acompaña el fuego.

2 comentarios:

  1. Gracias Rafa por ese comentario sobre Max Aub, un escritor que lei en mi adolescencia y al que habia olvidado casi por completo. Y por ese poema que me recuerda la poesia de Eliseo.
    armengol

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  2. Gracias por el comentario, Alejandro, creo que la poesía primera y última de Aub, la de los poemas "cotidianos" y los poemas "traducidos", se parece, en efecto, a la de Diego. Pero desde el principio había en Aub una veta vanguardista que lo distingue bastante de Diego, sobre todo, en la poesía que ambos escribieron en los años 40 y 50.

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